martes, 8 de septiembre de 2020

Alania pandemia M 8

 



Canilla que gotea la noche, 

Distrae, impide concentrarse

Aqueja células pilosas

Hace cien penitas sus oídos 

o le produce zumbidos


Le llegan todos los ruidos

Como tose sin acabóse 

Rebobina su memoria

Bajan, suben aconteceres

como una noria


El ay de la alcoba vecina

El grillo que canta lo mismo


El maullido de un gatuno

El ruido que hace el mar

El  que hace una  hoja al caer

El runrún, murmullo a rumo 

de una chapa chancada

El ruido de cascos al trotar

El ruido de la silla al golear *  

Cuando están por entrar,

La llave, en la cerradura


El aj de repugnancia 

cuando no quiere algo


El sordo como trueno

El silbido del prendado en la entrada

Las pantuflas  arrastradas

El zurrido desapacible bronquial

El jolgorio de una reunión 

El pito chiflido de un sereno


La ginebra en el bar de al lado

El rechinar de bisagra

El plah de una puerta 


El teclear de un tablero

en otro confín del hotel


Una alharaca vecinal

Baraúnda o protesta

Trápala de  estampida

Detonación de algo incierto

Un clamor un retumbo


Estrépito de un estallido

El fragor de una explosión 

La articulación al tronar

La respuesta, un lejano eco


La evocación - mil años antes-

de Alania  por ver a su hijo

patalear en la alberca

purificando una voz dulce

que apagaba todos los ruidos.



3


Había cambiado el regente

Ahora, una madura mujer

con su perrito faldero


Pasión por el gato o perro 

Cuarentonas cincuentonas

No afrontan uno tener

ni siquiera uno adoptar 


Da pena verlas volcar su amor

a un caniche engreído


Ali no gustaba perros ni gatos

Sus mininos fueron sus hijos

Uno a uno, casi al año,

Obligada al fardo de la carga

sus goces juveniles olvidó


-¿Sería esa responsabilidad

Cuando sus hijos mayores

Quiso para sí algo de libertad?-


Salvo una angora marrón

Cinta roja al cuello

Su confidente amigo

Que le acompañó

cuando allegó al cuarto pobre

que le ofreció Jervasio 

-el primer año, sola-


Cuando a Jer la duda embargaba,

en realidad, a los dos, abrumaba

Solo la llegada de los hijos 

cambio la niebla por la afrenta.

_

*golpear



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