2
Canilla que gotea la noche,
Distrae, impide concentrarse
Aqueja células pilosas
Hace cien penitas sus oídos
o le produce zumbidos
Le llegan todos los ruidos
Como tose sin acabóse
Rebobina su memoria
Bajan, suben aconteceres
como una noria
El ay de la alcoba vecina
El grillo que canta lo mismo
El maullido de un gatuno
El ruido que hace el mar
El que hace una hoja al caer
El runrún, murmullo a rumo
de una chapa chancada
El ruido de cascos al trotar
El ruido de la silla al golear *
Cuando están por entrar,
La llave, en la cerradura
El aj de repugnancia
cuando no quiere algo
El sordo como trueno
El silbido del prendado en la entrada
Las pantuflas arrastradas
El zurrido desapacible bronquial
El jolgorio de una reunión
El pito chiflido de un sereno
La ginebra en el bar de al lado
El rechinar de bisagra
El plah de una puerta
El teclear de un tablero
en otro confín del hotel
Una alharaca vecinal
Baraúnda o protesta
Trápala de estampida
Detonación de algo incierto
Un clamor un retumbo
Estrépito de un estallido
El fragor de una explosión
La articulación al tronar
La respuesta, un lejano eco
La evocación - mil años antes-
de Alania por ver a su hijo
patalear en la alberca
purificando una voz dulce
que apagaba todos los ruidos.
3
Había cambiado el regente
Ahora, una madura mujer
con su perrito faldero
Pasión por el gato o perro
Cuarentonas cincuentonas
No afrontan uno tener
ni siquiera uno adoptar
Da pena verlas volcar su amor
a un caniche engreído
Ali no gustaba perros ni gatos
Sus mininos fueron sus hijos
Uno a uno, casi al año,
Obligada al fardo de la carga
sus goces juveniles olvidó
-¿Sería esa responsabilidad
Cuando sus hijos mayores
Quiso para sí algo de libertad?-
Salvo una angora marrón
Cinta roja al cuello
Su confidente amigo
Que le acompañó
cuando allegó al cuarto pobre
que le ofreció Jervasio
-el primer año, sola-
Cuando a Jer la duda embargaba,
en realidad, a los dos, abrumaba
Solo la llegada de los hijos
cambio la niebla por la afrenta.
_
*golpear
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