jueves, 10 de septiembre de 2020

Alania pandemia j 10

 



A media noche –jovencita- solía salir de la cama

Nuestra alcoba, al fondo,

Amamantar nuestro primer bebé en la cocina

Que estaba al costado izquierdo de la casa

Al centro, la escalera que subía seis peldaños

A la derecha, la sala comedor

Los únicos cuartos de nuestro gran amor


Del poste público recibía tenue luz 

Fluorescente-árbol en noche oscura

Tenue traspasaba la cocina, el corredor,

rebasaba la ventana, y a mis pupilas llegaba


Empinaba un poco y veía su silueta

La belleza de una mujer amamantando


Parecía pensar en nuestra relación:

¿Qué le parecía? ¿Qué de mí?

¿Ácida, árida, o, ávida égida?


Alguna vez le pregunté

Quería saber por su boca

Pero su escasa desenvoltura 

solo decía: Nada, nada 


Pero presentía algo proponía

Que no entendía cuando debía


Teníamos pocos meses en casa, 

casa de mis padres

que de la noche a la mañana

la dejaron media vacía

llevando sus cosas esenciales

dejando buena parte de bártulos 

que ahora usábamos


Sola, sin un pariente 

una abeja lejos de su colmena

Frente a un hombre que, bien, aún no conocía 


Cuando yo iba a trabajar y no volvía

-a veces dormía en casa de mis padres- 

Se quedaba con la nena y el minino


Casa donde nada consideraba suyo, 

pensaba, seguramente,

solo el hijo que cargaba


¿Qué pensabas esas noches querida?

Nada bueno de mí seguramente

pero tampoco nada me decías

Si hubieses podido explayarte


¿Cuál era tu deseo primigenio?

¿Compaginaba con lo que te daba

 O esperabas mejor cosa todavía?


Con la voz dulce solo decías, nada


Solo me queda ir donde estás

Ahora sin los ímpetus del deber

Sin desvivirte por tus hijos

Sentarnos sobre una  nube

Y conversar tranquilamente,

adeudos, desde el primer día.

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jrosual


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