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A media noche –jovencita- solía salir de la cama
Nuestra alcoba, al fondo,
Amamantar nuestro primer bebé en la cocina
Que estaba al costado izquierdo de la casa
Al centro, la escalera que subía seis peldaños
A la derecha, la sala comedor
Los únicos cuartos de nuestro gran amor
Del poste público recibía tenue luz
Fluorescente-árbol en noche oscura
Tenue traspasaba la cocina, el corredor,
rebasaba la ventana, y a mis pupilas llegaba
Empinaba un poco y veía su silueta
La belleza de una mujer amamantando
Parecía pensar en nuestra relación:
¿Qué le parecía? ¿Qué de mí?
¿Ácida, árida, o, ávida égida?
Alguna vez le pregunté
Quería saber por su boca
Pero su escasa desenvoltura
solo decía: Nada, nada
Pero presentía algo proponía
Que no entendía cuando debía
Teníamos pocos meses en casa,
casa de mis padres
que de la noche a la mañana
la dejaron media vacía
llevando sus cosas esenciales
dejando buena parte de bártulos
que ahora usábamos
Sola, sin un pariente
una abeja lejos de su colmena
Frente a un hombre que, bien, aún no conocía
Cuando yo iba a trabajar y no volvía
-a veces dormía en casa de mis padres-
Se quedaba con la nena y el minino
Casa donde nada consideraba suyo,
pensaba, seguramente,
solo el hijo que cargaba
¿Qué pensabas esas noches querida?
Nada bueno de mí seguramente
pero tampoco nada me decías
Si hubieses podido explayarte
¿Cuál era tu deseo primigenio?
¿Compaginaba con lo que te daba
O esperabas mejor cosa todavía?
Con la voz dulce solo decías, nada
Solo me queda ir donde estás
Ahora sin los ímpetus del deber
Sin desvivirte por tus hijos
Sentarnos sobre una nube
Y conversar tranquilamente,
adeudos, desde el primer día.
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jrosual
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