jueves, 30 de enero de 2020

¿y qué pasó con la promesa de recuperar el funicular de Barranco?

BARRANCO – FUNICULÍ FUNICULÁ

junio 7, 2013
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funicular de barranco_WEB
Si uno camina por la calle Domeyer de Barranco y se dirige al acantilado, luego de pasar una imponente reja, casi al costado de la casa del artista Víctor Delfín, se topa con el Pasaje Funicular. Ahí, en la misma esquina, tras una pared blanca y un portón del mismo color se encuentra el antiguo funicular que será recuperado y puesto en valor en aproximadamente seis meses.
ESCRIBE: KETTY CADILLO
FOTOS: MARTÍN ACEVEDO
Cuando el presidente Ollanta Humala anunció que se apro­baba el presupuesto para re­cuperar el funicular de Barranco, la gran mayoría se preguntó: ¿un funi­cular en Barranco? ¿Dónde? ¿Desde cuándo? Eso es lo que pasa con gran parte de nuestro patrimonio históri­co: no se usa y se borra de la memoria colectiva. Sí, Barranco tiene un funi­cular que une la calle Domeyer con la Costa Verde y va a ser restaurado.
Según los textos de Juan de Arona –seudónimo del poeta, literato y pe­riodista peruano Pedro Manuel Nico­lás Paz Soldán y Unanue–, los pesca­dores surcanos descendían al mar por un sendero que coincide con la actual calle Domeyer. Era la “bajada abrupta pero directa” al litoral que se usaba a principios de 1800, porque en ese en­tonces Barranco era solo chacras y huertos. Luego, a finales de ese mis­mo siglo, el distrito se convirtió en lugar de residencia de inmigrantes italianos, alemanes y en balneario de la aristocracia limeña. Así, inau­guró su funicular el 28 de julio de 1896, construido por el alemán Ru­dolf Holding, mientras gobernaba Nicolás de Piérola.
Alcaldesa de Barranco Jessica Vargas habla sobre el funicular
“Hemos trabajado los últimos ocho meses, primero limpiando el monumento, que como saben estaba cerrado. Después hicimos los estu­dios de suelo y todo lo que se refie­re a la topografía del lugar. Para eso acudimos a la Universidad de Inge­niería y Tecnología (UTEC), que nos ayudó en todo este proceso para po­der comenzar a realizar el perfil del proyecto. Ahora entrará a manos de ProInversión, que hará la licitación para ver qué empresa se encargará de la restauración. Calculamos que una vez iniciada la obra, en seis me­ses aproximadamente, el funicular comenzará a funcionar”, señala la al­caldesa de Barranco, Jéssica Vargas.
Para nadie es un secreto que Ba­rranco es el distrito preferido de los poetas, escritores y artistas. Que su parte histórica, con aire a pueblo costeño republicano detenido en el tiempo, atrae a los más bohemios. Decía Abraham Valdelomar: “Iba a Barranco a lavar mi espíritu en la dia­fanidad del cielo y a perfumarlo”. Y ahí se quedó viviendo en un rancho de la calle Padre Abregú. Era 1916 y en ese entonces su casa tenía vista al mar, se encontraba en los acantilados cerca al funicular.
Dicen los promotores del proyec­to que todos los estudios para que el funicular funcione y no impacte en la zona están hechos. No habrá proble­mas de ruido y tumulto de transeún­tes y, sobre todo, todos los vecinos que han participado en los talleres de información sobre el proyecto están completamente de acuerdo con su recuperación, porque es parte de su memoria, de su historia. “Nosotros hemos crecido con las historias de la Bajada de los Baños, del funicular y por eso estamos contentos de que se vaya a recuperar”, dice Vilma Gonza­les, exdirigente vecinal y barranquina.
“El vagón, que es de pino Ore­gón de Canadá, se va a mantener en la medida de lo posible, lo que sí se va a cambiar por completo es el sis­tema electromecánico del sendero y del cuarto de máquinas, porque está deteriorado. El sistema de funciona­miento de los pasajeros será el mismo: la gente tendrá que venir hasta aquí, comprar sus boletos y hacer uso del funicular que tiene capacidad para 25 personas”, señala la alcaldesa.
Pero eso no es todo: el proyecto considera una estación que mediante una rampa llevará a los pasajeros ha­cia el puente de madera que sale de la Bajada de los Baños y desemboca en el mar. Este punto crecerá cuando la Costa Verde se amplíe a tres carriles. Al final, como señala Vargas, “todo es parte de un solo circuito. Un pretexto extra para que el turista se quede más tiempo en Barranco”.
El funicular de Barranco hizo su último viaje en 1971, año en el que tras varios accidentes decidieron ce­rrarlo y aunque antes ya había teni­do paradas temporales –en 1927 se cerró por obsoleto–, los barranqui­nos se negaban a que desapareciera y fue reabierto en 1930. Ahora, si todo marcha como está planificado, las re­jas que encierran la calle Domeyer y la salida del Pasaje Funicular –que según los vecinos se colocaron por seguridad– desaparecerán. Así, luego de pagar S/. 2 por trayecto, podrán subirse al vagón y disfrutar de esa ex­periencia este verano

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