57
Llegamos a la
Estación Azul
Andén enmaderado
sobre el que nos apeamos
Solo estaba los raíles,
no había vagón
Nada se podía ver a
la distancia
Solo mirábamos
unos cuantos metros
Rodeado por una
neblina hasta los talones
Todo azul hasta el
final de la plataforma
incluido la máscara
de la fachada
No había un ambiente
de recibo,
Solo intensa luz
blanca llenando
los huecos de la
puertas y ventanas
Un coche halado
por caballos esperaba
Nos llevaría por
el Pasaje Iniciático
Oh sorpresa, mi
perro Coki que años no veía
Se abalanzó sobre
mí poniéndose de patas
Saltaba como si quisiera
darme lamidos
Luego daba vueltas
redondas por el suelo
Atrás estaba Johnny
y otros por él conocidos
Con quien nos saludamos
efusivamente
Arbóreas de helechos
como un bosque
nos aguardaba tras
la estación, más, no veía,
Y no sentía el
trepidar de las ruedas
Era como si nuestro carromato elevara
Irrumpió luego meseta
de flores pequeñas
Margarita, berro, loto
de los prados
Gramíneas altas y
maduras bien cuidadas
Las miraba desde
mi ventana hacia abajo
Tras una curva
otro tipo de siembra
Confín de verdes
prados de alfalfares
Eses alargadas en
tableros sucedáneos
Me preguntaba ¿en
el cielo habría vacas?
Pero no vi
ninguno, todo era vivo silencio
Cortamos por el
borde de un cerro
Y abajo un valle
largo de pequeñas casas
Distanciadas unas
de otras
Con verja blanca y
techo ocre
Un camino
diferente para cada uno
Camino de palets, camino
con colgantes
Camino de grava
blanca, de pizarra negra
Uno que iba a la
sombra de un árbol solitario
Seguía el coche
paralelo a la estela de un río
Río con copos de
algodón parecía y no agua
Llegamos a una prominencia
y, oh sorpresa
Era la misma
orografía de mi casa vieja
(De mi Cerro dinosaurio pero sin casas
Le decía así porque
tenía la cabeza inclinada
Abrevando la sequía
que venía de Santa Anita
Y la cola alta a
los cerros Catalina Huanca
Y las patas
echadas hacia los flancos, unas
a la avenida Riva
Agüero, y otras
a la Carretera Central
–o, Nicolás Ayllón-
Pero todo el
panorama seguía en silencio)
Toda la ensenada
era un vergel de flores
No había casas ni
asentamientos humanos
Y estaba la misma
pampa pero en verde césped
y no el que teníamos -de tierra- bajando el cerro
Nos apeamos, y por
un sendero de flores bajamos
No daban aroma
pero era inimaginable belleza
Donde era mi casa
vieja había un Mirador de luz
Un arriate de
macetas sobre una esquina rocosa
Y una pequeña
glorieta blanca con trepadoras
De glicinas don diego de día, y rosales que la
cubría
_
autor Jrosual
No hay comentarios:
Publicar un comentario