lunes, 24 de diciembre de 2018

Discurso por las fiestas que vienen




Por José Pizarro

Muy buenas noches a todos los presentes, el motivo de estas palabras que pasadas las doce y con ayuda del alcohol serán sólo un recuerdo.
Sacar para olvidar, decir para borrar o simplemente aburrirlos con un poco de literatura sin otro sentido más que hablar.
Como ya la mayoría debe estar enterado nuestra patria malquerida (Chile), maldecida por muchos partiendo por mí, cumple doscientos años, doscientos años de colonización, abusos, guerras, hambre, tierra en donde hombres y mujeres, mujeres y hombres trabajan día a día para comprarse un plasma, pagarle a la nana, arrancar sea como sea de la miseria que sale en la tele, para ponerle con el permiso de mi cuñado, portones más poderosos para que ningún miserable antisocial traspase la propiedad privada y robe cualquiera de vuestras pertenecías…
La verdad no sé quién es más imbécil, el que aporta al pánico colectivo impartido por el gobierno de turno o el antisocial que se mete a robar y mata, ultraja y destruye todo lo que se pone frente a él. Tengo rabia, tengo mucha rabia de vivir en un mundo así, lleno de fascistas que pretenden esclavizarnos. Dinero, poder, más dinero, casas más grandes, fortificaciones que representan nuestros sueños, para refregarle al vecino que no somos cualquiera, que somos alguien. Exigimos respeto, protestamos por nuestros derechos de consumidores, pagamos por educación, sabiendo que pagamos por poder, conocimiento y poder.
¡Bastardos del sistema imperante¡ odio la navidad, odio todo lo que provenga de la religión que anula y desarma al sujeto, ¿Quién es dios?¿dónde está que permitió que el egoísmo y la banalidad se apoderara de nosotros?, simples mortales que olvidamos de donde provenimos. Me rebelo contra dios, contra todo aquel que quiera sumirme en la ilusión, contra el asesino, contra la víctima, contra todos, pero por sobre todo contra la estupidez humana.
Feliz año nuevo queridos contertulios, felices fiestas que nos reúnen haciéndonos creer que tenemos una familia, que pertenecemos a algo. Amo a mi madre, a mi padre, a mis hermanos, los amo a todos y cada uno de ustedes, pero somos mentirosos, cínicos todos, hipócritas sonrientes reunidos al calor de una mesa en donde nos sentimos queridos, seguros, felices. Brindo por el contrario, por la verdad, por el amor, por el trabajo, por el esfuerzo de escuchar estas palabras, por los amigos y personas que día a día están a nuestro lado, por la muerte y nuestros fantasmas, por nuestros miedos y dolores que nos hacen sentir que estamos vivos, que habitamos este espacio tiempo llamado Chile. Sólo me resta agradecerles e invitarlos a disfrutar a vivir el presente como un regalo, a ser menos crueles y más solidarios, a amar desatadamente y pelear por lo que nos parezca injusto, a no callar… simplemente a ser más humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario