La cruel historia del hospital
británico que experimentaba con niños y adolescentes vulnerables
Phil
Kemp & Ruth EvansBBC
·
19 julio 2016
"Yo era una adolescente típica de
los 60", asegura Marianne, una mujer que habla suavemente y cuyo nombre
real no es Marianne.
Pósters enmarcados de músicos como Bob
Dylan y John Lennon todavía cuelgan de las paredes del living de su casa en
Derby, Reino Unido. Y unas plumas se menean de los atrapasueños de sus
ventanas.
"Me gustaba la moda, la música. Es
bueno ser joven".
Pero los recuerdos que tiene Marianne de esos años no son tan
idílicos.
A los 14 supo por una profesora que era
adoptada. Las cosas se pusieron difíciles en su casa y luego de tener problemas
con la policía se le concedió la libertad provisional y fue enviada a Aston Hall,
un hospital para "deficientes mentales" que trataba adultos y niños.
Decenas
de esos pacientes hoy denuncian que fueron
conejillos de indias de experimentos con lo que hoy se conoce como la
droga de la verdad.
Todo lo que queda de ese complejo hoy es
una casa grande y blanca, donde los empleados del hospital vivieron alguna vez.
El sitio de los dormitorios de pacientes fue reconstruido como un complejo
residencial.
Pero antes de que el sanatorio fuera
demolido, un grupo de exploradores urbanos fotografiaron el sitio prácticamente
abandonado y subieron las imágenes a internet.
Ex pacientes como Marianne se
encontraron con las fotos y comenzaron a escribir comentarios sobre sus
experiencias allí.
Fue así como comenzaron a develarse
historias sobre las drogas que se usaban, los tratamientos a los que fueron
sometidos y los efectos a largo plazo que a muchos de ellos todavía los persiguen.
Una
inyección para hablar
Muchos de ellos aseguran haber sido
víctimas de experimentos realizados por el entonces superintendente del
hospital, Kenneth Milner, quien utilizaba una droga denominada amital de sodio.
Hoy se la conoce como "droga de la verdad", porque se le atribuye la
capacidad de desencadenar recuerdos bloqueados.
Marianne
recuerda una sesión con el doctor donde fue desnudada, obligada a usar
una bata blanca y se le dijo que se le harían algunas preguntas.
Entonces se le inyectó una droga que la sedó fuertemente.
"Recuerdo que era como estar
borracha. Le decía: 'Siento como que me hubiera tomado una botella de gin, como
si me hubiera tomado dos botellas'. Me acuerdo que le decía: 'Feliz Navidad
doctor'".
Su relato coincide con los de otros
pacientes que recuerdan haber sido encerrados en un pequeño cuarto de
tratamiento con un colchón en el suelo. Algunos afirman que les ataban las
manos antes de inyectarlos.
Según
su ficha médica, se les administraba 60 mg de amital de sodio.
Pero, ¿qué tramaba realmente Milner en
el hospital de Aston Hall?
Fármaco de
guerra
Un
experto cree que Milner practicaba "narcoanálisis", una
terapia usada durante la Segunda Guerra Mundial para
tratar a soldados en estado de shock.
Se pensaba que los hombres que
experimentaban el horror de las batallas a veces reprimían lo que les había
pasado. Y esto transformaba el trauma en parálisis física o depresión.
La psicoterapia tradicional, en la que
se les pide a los pacientes hablar sobre sus sueños con la esperanza de
descubrir traumas escondidos, tomaba mucho tiempo. Y los soldados necesitaban
volver al frente de batalla. Así que los psiquiatras comenzaron a usar amital
de sodio, lo que los desinhibía.
"Una vez encontrado ese evento
traumático y con el paciente capaz de expresarlo, puedes 'drenar' el trauma, la
pena. Como un absceso físico, las emociones conectadas con el evento saldrán a
la luz y los síntomas se resolverán", asegura Norman Poole, psiquiatra del
Hospital de St. George en Londres.
Let There Be Light", un documental de 1946 del director John
Huston, sigue la rehabilitación de soldados estadounidenses traumatizados por
la guerra y muestra cómo funcionaba el narcoanálisis.
En una escena, un soldado que ingresa a
la sala sin poder pararse solo, es tratado con amital de sodio, interrogado por
un médico y comienza a caminar sin ayuda.
El narcoanálisis rápidamente dejó de
estar de moda después de la guerra, cuenta Poole, a medida que tratamientos
alternativos comenzaron a desarrollarse.
Sin
embargo, en Aston Hall se utilizó hasta fines de los 70 y no precisamente
en hombres fuertes y maduros como los soldados, sino en niños y adolescentes
vulnerables.
El primer profesor de psiquiatría
infantil de Reino Unido, Michael Rutter, de King's College London, estaba
haciendo su práctica por esa época. Ese tratamiento, cuenta hoy, no era una
práctica común.
"Lo que yo sabía es que nadie lo
estaba utilizando [el amital de sodio] con niños en esa época", dice.
No
es sólo el uso de la droga lo que está en cuestionamiento
hoy, sino lo que Milner está acusado de haber hecho luego de que sus pacientes
estuvieran bajo la influencia del amital de sodio.
Marianne
cuenta que la examinaba profundamente, lo que
le deba vergüenza y era innecesario.
Otros pacientes han acusado a Milner
directamente de abuso sexual.
Pero el antiguo superintendente murió en
1975 y se llevó con él todas estas acusaciones.
Sin embargo, su familia pone de ejemplo
a otra paciente que le pidió a Milner voluntariamente ser tratada con la droga
de la verdad en la década de 1950. Ella lo describe como
"maravilloso" y asegura que el tratamiento la ayudó a seguir
viviendo.
Cualquiera sea la verdad, casi todos los
pacientes con los que conversamos coinciden en que Milner les hacía preguntas
muy personales y sexuales durante el tratamiento.
"Me preguntó: 'Quién te ha
manoseado'. 'Nadie'. 'Alguien te ha manoseado'".
Ella recuerda que una de sus amigas del
hospital pasó por lo mismo y le pidió a Marianne decirle a Milner que
"papá no abusó de mí".
Algunos expertos creen que Milner
intentaba ayudar a sus jóvenes pacientes a hablar de traumas sexuales que
habían reprimido o de los que no se sentían cómodos hablando.
Pero los pacientes bajo la influencia del amital de sodio quedan en un
estado de semiconciencia, por lo que existe el peligro de que hacerles
preguntas guiadas conduzcan a hacerlos creer que algo sucedió cuando, en
realidad, nunca pasó.
¿Suero
de la verdad?
Durante los 80 y 90 la droga fue el
centro de varias demandas por pacientes que falsamente creyeron que habían sido
víctimas de abuso.
Uno de los casos más conocidos fue el de
un ejecutivo de California que demandó a su psicoterapeuta y ganó medio millón
de dólares luego de que su hija lo acusara de abuso sexual tras la terapia.
Amital de sodio fue utilizado como parte del tratamiento.
"No
es la droga de la verdad",
dice Elizabeth Loftus, una experta en memoria de la Universidad de Califronia,
Irvine.
"Es peligroso a la hora de
recuperar recuerdos prístinos, precisos, que han sido reprimidos".
Sandra, otra paciente de Aston Hall,
cree que puede haber sido víctima de falsos recuerdos.
Luego de nueve o diez sesiones en el
hospital, Milner le dijo: "Finalmente llegamos al fondo del asunto. Fuiste
un hueso duro de roer".
Durante el tratamiento, le dijo, ella
reveló que su padre la había abusado sexualmente cuando niña. Esto la destruyó.
"Estaba tan molesta, completamente devastada".
La hermana de Sandra pensó que el doctor
había puesto las palabras en su boca, pero ella no estuvo de acuerdo.
"Uno cree en lo que le dice el
doctor, ¿no?", comenta.
La
acusación dividió a la familia. Sus
hermanas dudaron de que hubiese pasado, porque ellas cuidaban de Sandra cuando
pequeña y nunca la dejaron sola con su padre.
Pero eventualmente Sandra cambió de
parecer.
"Se me ocurrió que quizá esto sólo
ocurrió en el tratamiento y por 51 años he estado acusando a mi padre de hacer
algo que no hizo. Y lo peor de todo es que, si no pasó, tendré que pasar el
resto de mi vida sabiendo que yo le dije a todo el mundo que lo había
hecho".
Hoy
las autoridades indagan qué pasó en el hospital de Aston Hall.
Se abrió una investigación policial y el
Consejo de Menores de Derbyshire, un organismo compuesto por personal de la
policía, salud y servicios sociales, dijo que se asegurará de que las
acusaciones sean investigadas en profundidad y que proveerá el apoyo adecuado a
quienes lo necesiten.
Mientras los antiguos pacientes siguen
buscando respuestas sobre qué fue lo que realmente les pasó, deberán seguir
viviendo con los efectos del daño por el resto de su vida.
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