Había acompañado a mi madre a un almuerzo organizado por el club de caminantes al que pertenecía y así celebrar su 7mo aniversario de su fundación.
Todo bien, todo bien, a pesar del almuerzo frugal -los ancianos no deberían comer mucho habrá pensado el catering- pero yo no era tan viejo, mi estomago pletórico de recibir desdeñaba el plato a medio servir
Luego del almuerzo un conjunto musical, de casa, empezaba emanar música de recuerdo pero no rock and roll de los sesenta sino música del Caribe: Cecilia y Reutilio, Los Compadres, Celia Cruz, La Sonora Matancera, Los Guaracheros del Oriente...
Entonces los viejitos olvidaron artrosis y arterioescloris
Dejaron en el espaldar de la silla sus abrigos a naftalina y salieron a bailar
Pronto se desinhibieron en el salón - ubicado en el Centro de Lima- Todos eran de la cofradía
y ¡vaya! observé, aun yo sentado, la clase no lo perdían Si de joven bailaba bien de viejo no perdía su condición
Después de unas piezas, al hilo, un par de muchacha porfiaron al portero entrar al local ¡Es que oír esa música bailable después de tanto tiempo abruma a cualquiera transeúnte! Era pegajosa y el estruendo salía por los ventanales a la vereda de un restaurante del Centro de Lima
Ambas mujeres paseaban y una dijo a la otra -seguramente- ¿vamos a entrar?
La faz de una de ellas parecida a la Estefania de Mónaco sedujo pronto con la mirada a un diestro y avezado viejito que le invito a bailar
Algunos dicen que una buena bailarina tiende a imaginar el punto motor emana del centro de la espalda , otro, que está en el juego de manos, otro, mantener el ritmo en todo el cuerpo
Pero Estefanía, pelo corto y cara dulcemente ovalada, parecía lo tenía en la punta de su barbilla
Hacia giros elegantes y medidos, aunado a su sonrisa perenne Mirándola bien no era tan joven, tendría cuarenta y tantos años pero en bailar era ágil como chiquilla Sonriente siempre , digo yo, no por interés al viejo que le doblaba en edad sino al respeto, al baile, a la coreografía que engalanaba y, sobre todo, agradecerle por haberla sacado a bailar
Volteaba la cabeza y el cuerpo le seguía
Al hacer los cruces su barbilla erguida, ostentosa de su condición, sin dejar lanzar una descarga de sonrisas que al viejo al bailar, ponía todo su esmero pensando, yo, ahorita se desploma
Al girar, ella daba pequeña energía a la testa y se plantaba de nuevo en su posición inicial
y sus hombros desnudos, sus pomelos maduros me decían que bonito bailaba
Y el viejo no le dejaba
Si estaba yo solo la sacaba a bailar aunque le pelea con el viejo iba ser no tan fácil
Estaba mi madre que se enmohecía, baile con mi madre
Pero otro día que estuve por el centro, un día sábado, acudí al mismo local con la esperanza de verla de nuevo a Estefanía Pero nada que ver, ni el grupo musical ni ella, aun almorcé pensando que la vida me debe algo.
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