martes, 24 de diciembre de 2019

Chinaco


Chinaco

Era muy trabajador, serio en su negocio y tenía la  costumbre  en  víspera a la navidad cerrar la tienda a las cinco de la tarde, usualmente la salida era a las diez de la noche, pero ese día  víspera de navidad daba  chance  para que sus empleadas pudieran llegar temprano a sus casas.

Afuera de la tienda solía haber una cantidad de niños entre veinte y treinta que esperaba a don Pascual para los regalos. Hacía entrar solamente a los niños  y cerrábamos la puerta. Nosotras las vendedoras les atendíamos,  les servíamos su chocolate, su porción de  panetón  y la parte más importante de la ceremonia consistía  que don Pascual le regalaba a cada uno un par de zapatos nuevos,
 y nosotras  las vendedoras recogíamos sus sandalias con que venían, lo echábamos en una bolsa y le calzábamos la prenda nueva.

La emoción que veía a los niños ponerse un zapato nuevo es lo que hasta hoy perdura en mi recuerdo.
Fue don Pascual mi padrino de matrimonio  pero  se murió al poco tiempo.  Pero esas navidades como empleada cambió mi vida para siempre. 

A pesar que no soy  una persona rica, juntaba dinero de mis horas extras  para comprar algunos juguetes en una navidad, en otra, ropita, e iba a regalarlos con algunas vecinas y con mis hijas (de ese modo les inculqué el significado de la navidad) a los  lugares más humildes de Lima.

Entre los niños recuerdo a un morenito que le llamaban Chinaco.  Le rogó  a don Pascual, de esa vez que cuento,  que  prefería que a él no le regalara sino a su mamá que no tenía.
Don Pascual muy generoso (la palabra generosidad es la que más la representa esta fecha) le regaló a Chinaco y a su mamá.


Feliz navidad
Jrosual



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