sábado, 2 de febrero de 2019

El Pensamiento Atávico




Existen al menos dos maneras de estructurar nuestro pensamiento, una que llamaremos “atávica” de carácter un tanto inconsciente y que presiona para determinarnos en la interpretación sensorial como resultado de las tendencias del ser, y otra por el contrario que denominaremos “universalista”, que es capaz de saltar las propias limitaciones para ir en búsqueda de conceptos más amplios, abarcativos, globalizadores. El pensamiento atávico, es como una herencia genética vestigial de nuestros propios pensamientos anteriores, responde en parte a la ley de conservación, y se apoya en el dogmatismo, el convencionalismo, la seguridad que brinda lo conocido, es nuestro pensamiento dominante, y mediante su análisis podemos descubrir las características, tendencias, inclinaciones, de nuestro ser.  Es decir, que nos informa mucho de lo que somos y consecuentemente lo que hemos sido. El pensamiento universalista, por el contrario, tiende a liberarse del ayer e ir en busca de nuevos horizontes, pero sólo a condición de desprenderse del pensamiento atávico, para efectivamente alzar vuelo. ¿cómo funciona esto en nuestra vida diaria? Ejemplo atávico: que se expresa manifestativamente a través de: la superstición, el prejuicio, el preconcepto, la falta de análisis, el capricho, la imposición, o cualquier tipo de distorsión cognitiva. Nosotros “creemos” que una cosa, un ser, un concepto, “es” de determinada manera, por lo tanto a nivel inconsciente “es así” ; si fulanito, que para nosotros -no es medida de nada sino un simple mortal- dice que es distinto o al revés.  ¿qué pasa en nosotros?..-estamos como atados a nuestros errores-Cuando el pensamiento se ata al error, el ser pierde la capacidad de ver, oír, razonar, se aísla en sí mismo en forma momentánea, para reaccionar luego su respuesta (aunque ésta no llegue a expresarse).En un diálogo o conversación, interrumpimos, o cuando hacemos silencio es para seguir pensando lo que vamos a decir una vez que el otro se calle, en consecuencia no lo escuchamos y perdemos la oportunidad de confrontar nuestro pensamiento con el de los demás. Si por alguna razón la propuesta de otro es innovadora y no se ajusta a nuestro patrón, la resistimos porque no obedece a lo lógica de nuestro atavismo. Uno de los mayores perjuicios aparte del personal, está dado en la limitación en las comunicaciones con nuestros semejantes. Todo va bien si “ellos” piensan, sienten o se comportan “igual que nosotros”, pero . . . ¿cuándo no lo hacen? Se aprecia enseguida la consecuencia “velada” que esto tiene en un grupo de personas que por trabajo, u otros intereses, se encuentran obligados a compartir parte de su vida.  Y digo “velada” porque por otro tipo de pensamientos atávicos, rara vez estas situaciones son capaces de exteriorizarse.  Es así que podemos optar por quedarnos con “lo nuestro”, por asumir que “no vale la pena”, no expresarnos para “no causar una situación”.  Pero también puede tomar el camino expresivo, y apabullar a los demás con arsenales de balas de fogueo, para en definitiva limitar la posibilidad de confrontar. Todo este tipo manifestativo, y mucho más, responde como causa profunda a la debilidad que es la hija pródiga de la ignorancia. En síntesis, actuamos así por ignorancia. La ignorancia es un patrón, una medida del pensamiento, que no ha sido capaz de llevar nueva luz , renovación, oxigenación, al área de los sentimientos, a la acción manifestativa del error que impide el desarrollo de la virtud. Reformulando: “No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver”. Las manifestaciones de la humildad y la sencillez, aniquilan toda posibilidad de atavismo; aunque debemos convenir que no de modo permanente, porque no es permanente la manifestación de la virtud en nosotros.  Pero sí el ejercicio, la puesta en práctica, que poco a poco instala una brecha por la que va filtrando la renovación.  El resto es cuestión de tiempo, que cada uno maneja a voluntad, o mejor dicho, a ejercicio continuado. El pensamiento universalista, por tanto, es antagónico del atávico, o para ser más veraces, son polos opuestos de una única realidad.  Entre uno y otro polo hay una distancia que recorrer, un espacio por llenar  para que el cambio, gradual y progresivamente, se produzca. Todos nosotros tenemos imágenes mentales de las cosas, los seres, las situaciones, y estas imágenes atávicas, aparecen cada vez que la cosa, el ser o la situación se presenta. Ejemplo: la memoria atávica presenta como imagen la situación en la que una persona creemos que nos ofendió, o en una situación en la que nos sentimos víctimas de la persona y la situación. Esta creencia retroalimenta el pensamiento atávico y éste se hace más sólido, vuelve a aparecer y repetirse, tendiendo a permanecer indeformable cuanto más se repite.  Recordemos que hemos dicho “esta creencia”. En síntesis,  quiere decir que aparece lo que creemos, independientemente si esto es o no verdad. Esto tiene vital importancia a la hora de sustentar creencias, adhesiones, militancias, simpatías o repudios. No obstante la dificultad, existe la posibilidad de ensayar múltiples y variadísimas soluciones a este sistema estructurado de pensamiento, y hasta resultaría interesante también, en algún momento, abordar “la creencia” como manifestación atávica o universalista.
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