jueves, 22 de noviembre de 2018

Poemario FINAL 43 y 44



43

No sabía qué le pasaba
Las cosas le caían de la mano
los anteojos, la pluma
la capacidad prensil perdía,
y como un idiota se reía

Sus ojos no pensaban
sus oídos no sabían
su nariz no opinaba
su boca no sabía lo que decía

Si ha vivido, solamente
su mente lo recordaba
pero si él muriera
todo, todo acabaría

Era como aquel reo metido a calabozo
cuyo celador -cambiado por estaciones-
no le interesaba su deslucida historia
Ni siquiera hacía recuento de sus cosas



44

¿Por qué Dios no le castiga de una vez
Cercena aquello que desfloró vírgenes
y para siempre, de cúbito dorsal, quedara,
cercenado, para que no yerga más?

Finara pertinaz desatino de una vez
Porque sabía, cuánto  prometía
Reencauzar para bien su vida no podía
Solo prometía e igual permanecía

¿Por qué Dios no le castiga de una vez?
Tal vez el hecho de que no lo haga
y le renueve indulgencia no pedida
es para que siga en la ciénaga, urdía

La vida le trata como si soltara al río
la cuerda de la serviola* para sondear
lo profundo, pero la cuerda le engaña
porque  enredada va en una saliente

Dar más revoluciones por minuto
Exigirse más, le sugieren algunos…
El laburo por llano que sea, honra

Pero sucede qué, si a ello camina,
-arrojo abultado-, no cuajaba su plan:
Testimoniar antes de partir a cielo azul.

___
*guía




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