En
los suburbios turbios de Buenos Aires, una noche de invierno, un señor bajito se
baja de un gran coche con varios bolsos entres las manos, trastabilla, toca el timbre de un
convento; espera nervioso no le abran. Es el Monasterio de las Hermanas orantes
y Penitentes de Nuestra señora de Fátima. Viven tres monjas muy viejitas, con
problemas de sueño: suelen tomar pastillas. El señor, desesperado, lanza los
bolsos sobre el muro, salta; un vecino lo ve , y preocupado por las monjitas,
llama a la policía.
Suenan sirenas, llegan dos patrulleros, el señor
sale, se identifica. Es José López, Secretario de estado de Obras Públicas
durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández –desde 1994-. La policía
le pregunta que ha hay en los bolsos; nada, unos papeles. Los abren: los fajos
de dólares rebosan..
En el bolso
había 90 kilos de billetes, nueve millones
de dólares, euros, yuanes, relojes de lujo, una ametralladora…
Cristina Fernández
dice que no sabe nada, reconoce que ha sido tonta y que sus funcionarios eran ladrones.
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Martín Caparrós/El País/19.06.2016
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