Y al
pájaro le basta con algunas semillitas o gusanos, un árbol donde construir su
nido, grandes espacios para volar; y su vida transcurre desde su nacimiento hasta
su muerte en un venturoso ritmo que no es desgarrado jamás ni por la
desesperación metafísica ni por la locura, mientras que el hombre al levantarse
sobre las dos patas traseras y al convertir en un hacha la primera piedra
filosa, instituyó las bases de su grandeza pero también los orígenes de su
angustia.
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Ernesto
Sabato/La resistencia
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