Confesiones de Montesinos (ex asesor del ex
presidente Fujimori)
Una noche me llama el señor Fujimori y me dice:
Vengase usted. Llego yo a Palacio y me dice el edecán: El presidente lo espera
en la residencia. Subo a la residencia y cuando ingreso estaba en uno de los ambientes el señor presidente
con la señora Susana (Su ex esposa )y había una señora que acompañaba a la señora
Susana. Ingresé, saludé y Fujimori me dijo:
--Bueno, como usted es abogado lo hemos llamado acá porque
hay un problemita.
-¿Cuál es el problemita?, le dije, señor presidente. Fujimori me explicó:
-Cuando yo inicié mi campaña en el año 90 la señora
me hizo un préstamo de dinero a mí y ese
préstamo me sirvió para que yo pudiera hacer la campaña como Cambio 90.
La señora ahora me está reclamando la devolución del dinero más los intereses y
hemos acordado de que yo me voy a comprometer en un documento a hacer esa
devolución de dinero con los intereses respectivos. Y como usted es abogado quisiera
que en este momento usted me redactara un documento con estas características. Yo
le digo:
- ¿Y cuánto es el monto de la deuda?
-El monto de la deuda es tanto, los intereses es
tanto, me dijo.
Y se hace un cronograma en donde el ingeniero Fujimori se obligaba, en los términos pertinentes, a
pagar la deuda contraída. Entonces me dice:
-¡Vámonos a las instalaciones del Servicio de Inteligencia.
Tengo ganas de dormir: El dormía en las instalaciones del SIN. Entonces la
señora Susana no quiso ir en el carro con él y se fue por su cuenta con la
señora que la acompañaba. Me fui con el presidente en el carro. Cuando llegamos
al SIN me dijo:
-Usted converse con la señora, redacte el documento y
cuando está listo me despierta.
Esa noche yo redacté el documento con la señora
Susana y nos hemos amanecido porque la señora es muy meticulosa y me corregía
la coma, y a las seis de la mañana el documento recién estuvo listo (…) A las
seis de la mañana se ha sacado cuatro juegos, desperté al presidente, ha salido
él en pijama al ambiente donde nos encontrábamos, leyó el documento, me pregunto:
-¿Estás de acuerdo tú?
-Si, estoy de acuerdo, le dije
Y ambos firmaron los cuatro documentos y pusieron la
huella digital en cada documento. Dos ejemplares se quedó la señora y dos
ejemplares se quedó el presidente, el que me los entregó a mí. Me dijo:
-Me los guardas.
La señora Susana, en ese momento, con sus dos ejemplares,
se retiró de las instalaciones del SIN.
Como a los tres o cuatro días, una noche de repente suena
ee teléfono y el edecán me dice: El
presidente dice que se presente usted inmediatamente en la suite, el SIN. Fui, cuando
ingreso me dice:
-Siéntese.
Y agarra y saca los dos documentos que le había entregado a la señora Susana. Yo me sorprendí porque no me podía imaginar como tenía él los
dos ejemplares de la señora Susana. Le digo:
-Presidente, pero usted me dio los ejemplares, y él
me dijo:
-No, no. ¿Usted tiene los ejemplares que le di? Yo
le digo:
-Si, si, los tengo. Medio que me desconcertó. Yo le dije,
voy a traerlos. Entonces fui a mi oficina, abrí la caja fuerte y efectivamente
tenia los dos ejemplares. Regreso, y estaba con los otros dos ejemplares y le
digo:
-¿Esos son de la señora Susana?
Si –me dice-, mi hermano Santiago, con uno de los edecanes
de la Fuerza Aérea ha entrado a los ambientes
de la señora y le ha sustraído los dos documentos. Ahora eso pasa a la trituradora.
Le entregué los dos documentos . Y los cuatro pasaron por la trituradora. Y era tan desconfiado
que me hizo sacar de la trituradora las trizas y me dijo:
-Ahora vamos al patio a ponerle fósforo…
Un buen día la señora Susana, que había sacado una fotocopia
–felizmente ella tenía una copia de sus
originales- presentó una acción judicial para el reconocimiento de contenido y
firma en el Poder Judicial. Entonces es citado al Poder Judicial el señor
Fujimori para que reconozca (los documentos) y él niega que sea su firma y dice que esos documentos
era montaje. A pesar de que era una fotocopia del original él negó e impugnó el
tema. Con Santiago Fujimori y Jaime Yoshiyama manejaron el tema, con Victo Raúl
Castillo, para que no prosperara ese proceso, se fue hasta la corte suprema y la señora Susana perdió el proceso.
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De Hildebrandt en sus trece Nº293
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