Comentarios irreales
El espectro
Mi madre,
Yo de ocho añitos,
Mi hermano de cuatro
Y el último, un
bebito
Entramos a la casa
Era de noche,
Noche temprana
Lo primero que nos
llamó la atención
Era que los cuyes no chillaban
Estaba oscuro
Abrimos la puerta del
cuarto
Buscamos el mechero
Pero no prendía el
palito de fósforo
Es decir,
encendía pero al
acercar a la lámpara
se apagaba por la
brisa
Vamos a dormir -dijo
mamá-
y la seguimos al
siguiente cuarto
y cuando entramos
vimos un espectro
De dos metros, más o
menos,
con cachos
Nos asuntamos
Mi madre que siempre
lleva su biblia
Lo abrió por la mitad
y dijo ¡Maligno,
apártate!
y la sombra traspasó
la cama
y se desvaneció
Mi madre nos sacó de
la casa
Optamos regresar
donde estaba nuestro padre
El trabajaba de guardián
en una obra civil
-una empresa estatal construía
un puente-
Mi madre le contó con
lujo de detalles
Mi padre no le creyó,
se rió
El no cree en cosas
paranormales
Pero luego
recapacitó, dijo:
¡No es fantasma es un
ladrón!
Llevó un revolver y
dos amigos
Y a nosotros nos dejó
en el campamento
Cuando regresó mi
papá a las dos horas
Tenía la cara desencajada,
macilenta, lívida
Mi madre le preguntó ¿qué
pasó?
¡Aparta a los niños!,
oí que dijo
Mi padre le contó con
lujo de detalles
-Luego mi madre nos contaría-
Dijo que el espectro
voló al techo
Se quedó pegado a la
calamina –por dentro-
Y después se
desvaneció regando azufre
Luego reparó que todos
los cuyes estaban muertos.
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