Caminaba las últimas cuadras de la México
La tarde parecía algo cenicienta
Me pareció ver un suburbio en un cerro
-es que, lo que cuento es un sueño:-
o un paredón de edificios atiborrado
- Hola Chendo¡ qué haces por aquí-
era la voz de Ranulfo
compañero de colegio a quién no veía tiempo
- Espero a mi hermano -mentí,
porque en realidad estaba vagando-
Trabajo con él- agregué, y
pregunto para no ser mas interrogado:-
- Y tú qué haces?
- Voy acabar mi carrera de abogado-dice-
Sigo, ahora, una maestría
- Y cuánto cuesta un semestre?
- Algo de 10,000 soles al año
Estamos conversando y sin querer
subo a una carrilera imitándole
donde nos agarramos de una abrazadera
-¡parece, o es un ascensor descubierto!-
Nuestra peso cabe en espacio rectangular
con cupo para dos personas
que se va elevando
- Caramba, que caro es ser profesional! -comento-
pero con dos meses de chamba lo recuperas.
El, tiene que bajarse en el piso ocho
y nos despedimos dándonos la mano
Hay otra caja parecida que desciende
estiro mi brazo, me cuelgo del perchero
logro asirme del pasamano
y la faja eléctrica desciende conmigo
pero queda atascada a mitad,
desdentada de tres canguilones
No me puedo tirar Son como tres pisos
Y la maroma vuelve a subir
impulsado por una noria que no veo
Al subir y llegar a lo alto
noto que la trenza de lazos
está empotrada al paredón
que me impide ver al otro lado
apenas por medio metro,
tal vez, pienso, están las casas del cerro
y colgándome a la pared
sea mas fácil saltar a la terraza
Con impulso me encaramo a la lomera
El canguilón vacío va descendiendo
y para mi mala suerte hay un vacío atrás;
diez o doce pisos de abismo
Y , ahora, la pared empieza a temblar
Estoy como un gato sobre un cordel
Me asusto y me despierto en zozobra.
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