viernes, 20 de noviembre de 2020

George Orwell

 George Orwell, en la Guerra Civil: «Voy a matar fascistas porque alguien debe hacerlo»

El autor de «1984» fue herido en el cuello durante la contienda fraticida. Esto marcó toda su obra posterior/Israel Viana/ Actualizado:27/07/2019 10:12h


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En la Navidad de 1936, George Orwell fue a visitar a su amigo Henry Miller a París con una idea muy clara: «Voy a matar fascistas porque alguien debe hacerlo». Faltaban cuatro días para que el genial autor de «Rebelión en la granja» y « 1984» se enrolara como brigadista para combatir contra los franquistas en la Guerra Civil española. Miller, que no estaba en absoluto interesado en lo que acontecía en España, llegó a decirle a Orwell que su viaje era «una idiotez», tanto como su sentido de la obligación de matar a otras personas para salvar al género humano de muertes peores y más injustas. Pero nada pudo cambiar en su determinación.


Cuando Orwell decidió que se marchaba a España en otoño del 36, todo parecía indicar que la decisión resultaba de ese deseo de ir a luchar por unos ideales y no para escribir un libro. Llegó a Barcelona el día después de Navidad, como lo hicieron otros británicos de clases sociales y tendencias políticas diferentes. Allí te podías encontrar desde un aristócrata al hijo de una familia obrera, pero todos con la misma intención: «Matar fascistas».


El escritor inglés, que tenía 33 años y había publicado ya cuatro novelas, era una especie de anarquista que había estudiado en el elitista colegio de Eton y coqueteado con el izquierdista Partido Laborista Independiente (ILP). También había sido policía en Birmania en los tiempos de la colonización, lavaplatos en el barrio Latino de París y había viajado al norte de Inglaterra para documentar la miseria de los mineros.



Pero de todas aquellas experiencias, la que más huella le dejó en su vida fue el paso por las trincheras españolas entre diciembre de 1936 y junio de 1937. «La guerra de España y otros acontecimientos ocurridos en 1936-1937 cambiaron las cosas, y desde entonces supe dónde me encontraba. Cada línea en serio que he escrito desde 1936 ha sido escrita, directa o indirectamente, contra el totalitarismo y a favor del socialismo democrático como yo lo entiendo», escribió en 1946.


Sin miedo

Llegó a la Ciudad Condal con una carta de presentación del ILP, el 26 de diciembre, y ese mismo día se alistó al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). «Ingresé en la milicia casi de inmediato, porque en esa época y en esa atmósfera parecía ser la única actitud concebible», aseguraba Orwell en «Homenaje a Cataluña», obra en la que narra en primera persona su experiencia durante la Guerra Civil.


Inmediatamente después partió hacia el frente, donde acumuló una serie de experiencias que son de sobra conocidas. Todos los testigos que coincidieron con él aseguraban que no tenía miedo y que arriesgaba su vida incluso para coger un saco de patatas entre las balas del enemigo.


A él le impresionaban más otras cosas que el fuego cruzado, según contaba en «Recuerdos de la Guerra Civil española»: «Es curioso, pero lo que recuerdo más vivamente de la guerra es la semana de supuesta instrucción que recibimos antes de que se nos enviara al frente»; o «una experiencia esencial en la guerra es la imposibilidad de librarse en ningún momento de los malos olores de origen humano. Hablar de las letrinas es un lugar común de la literatura bélica, y yo no las mencionaría si no fuera porque las de nuestro cuartel contribuyeron a desinflar el globo de mis fantasías sobre la Guerra Civil».


Cuentan que una noche el escritor inglés se percató de una rata que andaba molestándole, mientras se encontraba durmiendo en su campamento. Tal era su fobia a estos animales que, sin pensárselo dos veces, sacó su fusil y se lio a balazos con ella, formando tal revuelo que los dos frentes se pusieron a disparar.


Sucesos de mayo

Tras 115 días en el frente, Orwell consiguió un permiso para ir a Barcelona a reunirse con su mujer, pero allí coincidió con el estallido de los violentos sucesos de mayo del 37, que le llevaron de nuevo a coger su arma en los durísimos enfrentamientos armados que se produjeron entre las fuerzas antifascistas que formaban el gobierno catalán. Fue como una guerra civil dentro de la Guerra Civil. Los comunistas del PSUC, los nacionalistas de ERC y los sindicalistas de UGT, por un lado, y los anarquistas de la CNT-FAI y el POUM de Orwell, por otro.


En Barcelona murieron 500 personas y otras 500 fueron ejecutadas La causa era la lucha por el poder en la retaguardia del frente, donde unos querían ante todo la victoria, mientras los otros defendían la revolución social, como era el caso de nuestro protagonista. El escritor pasó las dos semanas que duraron los combates defendiendo con las armas la sede de su partido, en la Rambla, desde el tejado del teatro Poliorama.


Murieron más de 500 personas y otro medio centenar fue ejecutado en la represión posterior, entre los que se encontraba el líder del POUM, Andreu Nin. Y tanto el PSUC como la UGT se hicieron con el poder de la izquierda en Cataluña, que en aquel momento era el centro neurálgico de la guerra.


«La lucha entre hermanos es siempre estéril y funesta. Frente al enemigo común, es suicida. ¡Uníos trabajadores!», advertía el diario «La Vanguardia» el 5 de mayo de 1937 sobre las consecuencias de aquella rencillas internas que para muchos fue una de la causas por las que Franco ganó la guerra. Una experiencia terrible para el escritor, de donde surgió la idea para sus dos obras cumbres – «Rebelión en la granja» y «1984»– y el magnífico ensayo de «Homenaje a Cataluña», en las que denuncia el poder comunista.


Tras los sucesos de Barcelona, regresó al frente de Huesca, donde una bala le atravesó el cuello. Salvó la vida de milagro y, aunque le costó tomar esta decisión, Orwell huyó de España, en junio de 1937, para evitar la muerte que le estaba rondando.




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