[Aquí un poema del escritor dinamarqués Niels Hav]
EN DEFENSA DE LOS POETAS / Niels Hav
¿Qué vamos a hacer con los poetas?
La vida es dura para ellos:
se ven tan lamentablemente vestidos de
negro,
con su piel azul a causa de sus tormentas
internas.
La poesía es una enfermedad horrible,
los infectados vagan quejándose,
sus gritos contaminan la atmósfera como
fugas
de centrales nucleares de la mente. Es tan
psicótico este espectáculo.
La poesía es un tirano:
mantiene a la gente despierta en la noche
y destruye sus matrimonios.
Saca a la gente de sus casas desoladas en
pleno invierno
donde se sientan en agonía con orejeras y
bufandas gruesas.
Imagínense la tortura.
La poesía es una plaga
peor que la gonorrea, una terrible
abominación.
Pero considere que es difícil vivir sin
ellos!
Los poetas son histéricos como si
estuvieran esperando gemelos:
rechinan los dientes durante el sueño,
comen tierra
y hierba; permanecen en el viento aullante
durante horas
atormentados por metáforas sorprendentes.
Cada día es un día sagrado para ellos.
Oh, por favor, tengan piedad de los
poetas:
son sordos y ciegos:
ayúdenlos a lidiar con el tráfico en el
que se tambalean
con su discapacidad invisible recordando
todo clase de cosas.
De vez en cuando uno de ellos se detiene
para escuchar una sirena distante:
muestren consideración por ellos.
Los poetas son como niños locos
que han sido expulsados de sus hogares por
toda la familia.
Oren por ellos
nacen infelices
sus madres han llorado por ellos,
han solicitado la asistencia de médicos y
abogados,
hasta que tuvieron que renunciar a ello
por temor de volverse locos.
Oh, lloren por los poetas!
Nada puede salvarlos.
Infestados con la poesía son como leprosos
secretos:
están encarcelados en su propio mundo de
fantasía,
un ghetto horrible lleno de demonios
y los fantasmas vengativos.
Cuando en un día claro de sol brillante
vean a un poeta que sale temblando
de un edificio de apartamentos,
con el semblante pálido
como un cadáver desfigurado diversas
especulaciones,
ayúdenlo, amárrenle los pasadores de sus
zapatos;
llévenlo al parque y permítanle sentarse
en un banquillo bajo el sol.
Cántenle un poco,
cómprenle un helado y cuéntenle un cuento
porque este hombre está muy triste:
está completamente arruinado por la
poesía.
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*Niels Hav, Confidencias
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