jueves, 25 de agosto de 2011

Ya no soy dueño de mi tiempo

Ya no soy dueño de mi tiempo, ya no;
recuerdo que solía salir de mi casa,
sin apuro, despreocupado, un domingo
haciendo tiempo en el paradero
con las manos en los bolsillos,
apoyado al poste de alumbrado
con un cigarro en los labios
tanteando donde ir, què, casi siempre,
empezaba por el centro de Lima.

En una plaza acogedora
sentado en un banco de madera
compraba un diario que leía sin apuro
buscando donde  entretener la tarde.
Pero antes, buscaba un restaurante
pedía a la carta, mientras sorbía una cola
repasando la sección  literaria

Ya no soy dueño de mi tiempo, ya no;
hasta el cuerpo  se cansa sin hacer nada
la presión que la noche no alcanza   sosegar
inacabables las cuentas por pagar
mi salud precaria y la de mis padres
además, requerimientos de los míos
me recriminan no hacer lo suficiente.

Ya no soy dueño de mi tiempo, ya no
hasta el cuerpo  se cansa sin hacer nada
que salir como antes, presto, me desgana.

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