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XXI
Es siniestro el momento para Risser
Que hace un balance de su existencia:
Antes de nacer, vida suya,
perdida
¿De qué vale afanarse por escribir?
Al final deparaba las fauces el coco
Su negocio: capa roída llena a remiendos
¿Qué hará cuando pronto colapse?
Su matrimonio perdido norte por el sur
Le había dicho lo que le contó Solina
Un día que Gelsomina ariscaba por ariscar
y le respondió, no ella, sin boca palabrota
Sus padres todavía no habían muerto
Pero muerto veían la esperanza en él
No le decían pero sufrían en silencio
Perdido su bróder, no podía dejar el licor
Un día, curdo, le zarandeó en plena calle
Y le oyó: Tú
como mayor por mí nada hiciste
Cuando
, casi niño, había dejado el estudio
¿Acaso
me exhortaste a que continuara?
El otro hermano con sus dos esposas
Hijos en cada casa que le ponían el break
No haber bregado bien sus caminos,
Por culpa de la otra mujer –aprovechaban-
Le samaqueaban como veleta a doble cachete
La sombra de dos paredes le cubría el devenir
Opúsculo, todo estaba perdido, son días de ira
Ni quiere leer lo que escribe, se tizna más
Fúnebres páginas que no invita a nadie leer
Perdido el amor, el futuro, la fraternidad
El sol la luna el aire, el andar de los pasos
Como si no viviera en casa sino en un árbol
Domingo, colector de sobras de otros días
Risser no sabe para qué escribir si todo sale
mal
Dice que estamos perdidos desde que nacimos,
Incluso, antes de nacer (Ve cataratas de
muladar)
Y los que nacerán después también estarán
No hay forma escapar al sino de la desgracia
Así vengan con el cuento del que Sana y Salva,
Despotrica evangélicos, como a los políticos:
El último, la izquierda unida, -jodida también-
Le había dado gusto enterarse su vuelta de
Chile
Ironía de vida, tan cerca su felicidad, su futuro,
Sin embargo, hubiese preferido saber que seguía lejos
Seguir soñando, su regreso traía hitos funestos
Bandera caída del mástil por haber roto la driza.
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