martes, 12 de julio de 2016

Almir

De otros trojes /Nota: entrada de Paulo Coelho que no  llegué a copiar bien del todo
Almir              

Almir, era un hombre humilde, sin ninguna formación, trabajaba en la iglesia de una pequeña ciudad del interior del Brasil. Su trabajo consistía en dar campanadas a las horas que determinaba el padre.
Pero un día el obispo decidió que los funcionarios de la iglesia tuvieran, al menos, estudios primarios. Para el viejo campanero analfabeto y demasiado mayor para empezar de nuevo, ello, significó el fin de su trabajo.
A la mañana siguiente se sentó en un banco de la plaza pensando sobre su futuro incierto. Para liar un cigarro de paja  pidió prestado un poco a sus amigos que se encontraban por ahí. Pero todos tenían el mismo problema para obtener tabaco, debían ir a la ciudad vecina a comprarlo.

-Tienes tiempo de sobra, dijo uno de sus amigos,  tú vas a comprar tabaco y nosotros te pagamos una comisión.


Así, Almir tuvo la visión de dedicarse a comerciar, cosa que en pocos años consiguió prosperar y dijo: No hay bien que por mal no venga.

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