De otros trojes /Nota:
entrada de Paulo Coelho que no llegué a
copiar bien del todo
Almir
Almir, era un hombre humilde,
sin ninguna formación, trabajaba en la iglesia de una pequeña ciudad del interior
del Brasil. Su trabajo consistía en dar campanadas a las horas que determinaba
el padre.
Pero un día el obispo decidió
que los funcionarios de la iglesia tuvieran, al menos, estudios primarios. Para
el viejo campanero analfabeto y demasiado mayor para empezar de nuevo, ello,
significó el fin de su trabajo.
A la mañana siguiente se
sentó en un banco de la plaza pensando sobre su futuro incierto. Para liar un
cigarro de paja pidió prestado un poco a
sus amigos que se encontraban por ahí. Pero todos tenían el mismo problema para
obtener tabaco, debían ir a la ciudad vecina a comprarlo.
-Tienes tiempo de sobra, dijo
uno de sus amigos, tú vas a comprar
tabaco y nosotros te pagamos una comisión.
Así, Almir tuvo la visión de
dedicarse a comerciar, cosa que en pocos años consiguió prosperar y dijo: No
hay bien que por mal no venga.
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