13
Estaba más convencido ahora
que no había cielo ni infierno
Se pagaba aquí todo en vida
Veía, por ejemplo, ese anciano
-edad que le faltaba poco
Pero al que no llegaría-
Que le cruzaba la acera
Casi no veía, casi no oía
Semidesnudo de cubierta
Dos testes enfermos cargaba
enormes como dos maracas
No se daba cuenta que defecaba
y qué, al pasar por la vereda
iba dejando estela apestosa
que le hizo volver la cabeza
y observar inmundicia andante
Pensaba hoy, más convencido
Que no había cielo ni infierno
Espanto que veía por el rabillo
Pronto le sería suerte biconvexa.
14
Entre un mundo emergente
Extasiada por adminículos
Surten las vistosas tiendas
¿Por qué su mirada recaía
En los pobres menesterosos?
Preguntaba y se respondía:
Viendo desfavorecidos hombres
Recibir escasa monedas
Deberían tener los humanos
misma apariencia de clones
como misma cara los perros,
rinocerontes, llamas
(Un san Bernardo es aquí o allá igual)
Si así fuera, al desfavorecido
no le haría mella tanta desigualdad
15
Su figura física no le convencía,
En realidad, ahora viejo, le preocupaba eso
Antes cuando éramos jóvenes no le inquietaba
No sé por qué en ello ahora se detenía
Di cuenta porque al entrar a la peluquería
El corte que pedía era bajo
de mitad de cabeza a la nuca
-remarcando tras las orejas -
y la parte alta, tal cual, lo dejaba
Siendo cabezón y cráneo chato
Teniendo cabello hirsuto
Si el corte lo hacía corto –todo-
como púas luego le quedaba
Por eso dejaba algo esponjoso
como melena de león triste
-personaje del Mundo de Oz-
¡Dando pena, vaya figura por dios!
Alicaídos sus hombros cortos
Cuando estiraba sus brazos
Si se le miraba de lejos
como si quisiera cardar tierra
Por obeso la correa no le hacía
Sin embargo, le faltaba trasero
por eso, la trusa por defecto le caía
y, disimulado, de vez, lo levantaba
Para remate, mal de familia:
El dolor de cintura
Para asentar la caminata
A los costados bamboleaba
Si alguien atrás de él le seguía
Y quería sobre pasarle
Por qué orilla pasar no sabía
Porque mi amigo bamboleaba
Ante tantas sombras, solía decir:
Aun así tengo el corazón heroico
Resiste mis poquedades -daño
de origen-, soy mi fruto; ¿o es
qué
mi corazón se fue al lado derecho
para así, aletazos de vida, eludir?
Aun así, se servía de ese detrito
para macanear* la maleza,
tratando sacar el alma ilesa
y esperar diferente el mañana
Esperanzado, solía decir:
Si algún día me arribara ese día
No sabría por qué calle vendría
pero lo espero expectante
sentado en un banco cualquiera
Todo eso pensaba mientras
la peluquera hacía su labor
Único contacto femenino hoy
que le des plisaba áspera piel
De reojo, no le parecía mal
Si la frecuencia corta sería
tal vez la pretendiera
y algo le regalaría
pero como era de semanas
si volvía tal vez no la hallaría
o tal vez –ella de él- se olvidara.
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*macanear: mentir, hiperbolizar
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autor Jrosual
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