sábado, 15 de julio de 2017

Hilda Gadea: la esposa peruana del Che Guevara


06 de Diciembre de 2015

Por: Lino Mamani A.
-¡Hilda se casará con un hippie!-corría el rumor en la casa de los Gadea Acosta en 1954. Un exiliado militante aprista  que vivía en Guatemala se lo había comentado a sus padres en Perú. Les contó que era un muchacho que viajó al país centroamericano como mochilero y que llevaba el cabello largo y barba crecida. Aquél aventurero era, entonces, un desconocido llamado Ernesto Guevara La Serna.

Días antes, el matrimonio fue informado en una misiva enviada por la propia Hilda. Los padres al leer la correspondencia supieron escuetamente que el varón era un médico argentino. Se preocuparon. No podían concebir la idea de que Hilda fuera a contraer nupcias tan pronto.



-Mis padres no se lo esperaban, estaban sorprendidos y preocupados porque no conocían al hombre que se iba a casar con su hija y ellos querían que fuera alguien preparado, como era ella- cuenta Ricardo Gadea Acosta, el hermano menor de la peruana.

En aquel  año, todavía Ernesto no era el Che Guevara, uno de los íconos revolucionarios de Latinoamérica. Y quizás no habría sido tan famoso, sin el apoyo de Hilda en un momento crucial. La dama fue clave en la trascendencia que luego  alcanzó el socialista.

HACIA EL NORTE
En Argentina, Ernesto Guevara fue conocido como “El Fuser” entre sus amigos de rugby. Era un estudiante de medicina. Corría 1952, año que  estaba lejos la fama endosable que tendría luego. Todavía los jóvenes no pensaban en tatuarse su rostro en el cuerpo, ni usaban polos con su imagen, tampoco se dejaban la melena ni usaban boinas con estrella para imitarlo. Su rostro no se estampaba en las banderolas de las barras bravas de los equipos  de fútbol latinos y mucho menos se le dedicaba poemas, canciones ni películas. Ernesto Guevara era solo un muchacho asmático con ambiciones idealistas, quien decidió recorrer países de América para conocer  sus realidades sociales y buscar alguna acción.

La travesía la realizó en motocicleta con Alberto Granado. Dejaron Argentina para subir por Chile y llegar al Perú por Tacna  siguiendo por Cusco, donde conocieron el maravilloso Machu Picchu, continuaron por Apurímac  y entraron a Lima, allí se cruzaron con el médico especialista en lepra, Hugo Pesce, quien recomienda a Fuser colaborar en el leprosorio de San Pablo, en Amazonas. El Perú fue un país querido por el argentino porque demostraba claramente las diferencias sociales. Tras cruzar Colombia y Venezuela, el muchacho retorna a su país para terminar sus estudios.

En un segundo viaje, efectuado un año después,  Guevara retorna al Perú, luego de ir a Bolivia. Siguió su ruta por Ecuador, fue allí donde escuchó que el gobierno izquierdista de Jacobo Arbenz, en Guatemala, había implementado una reforma agraria –afectando a la empresa United Fruit Company que tenía extensiones de tierra- en la nación centroamericana que causaba curiosidad en los demás izquierdistas que seguían el marxismo-leninismo. Guevara quería conocer de cerca la aplicación y los resultados de esta medida socialista.

IDILIO REVUELTO
En su estadía en Guatemala conoció a Hilda, una dama peruana que trabajaba para ese gobierno. Físicamente no era muy atractiva; era robusta  y  de baja estatura. Pero lo que la hacía interesante era su preparación y convicción idealista.  En 1948, tuvo que abandonar el Perú porque la dictadura de Manuel A. Odría la perseguía por ser aprista.

-Solo mi familia y algunos amigos sabíamos que estaba asilada en Guatemala. Yo  tenía que guardar ese secreto y no contárselo a nadie –relata Ricardo Gadea, ahora que todo pasó.

Hilda Gadea llevaba un destacado recorrido político. Fue dirigente estudiantil de la Universidad de San Marcos y representante de la juventud en el Apra. Era de profesión economista y contadora y hablaba tres idiomas con facilidad. Sus conocimientos fueron importantes para  la formación ideológica del argentino y su trascendencia en la Revolución Cubana.

Le enseñó a conocer a Mao Tse Tung y presentó a una serie de amigos socialistas, como Harold White y revolucionarios guatemaltecos, peruanos y también cubanos. Hilda debatía con él de las interpretaciones de las obras de Marx, Lenin, José Carlos Mariátegui y otros pensadores. Hilda se sentía atraída por Ernesto, quien por su acento fue  apodado como el “Che” Guevara.

Pero ambos se alejaron por algún momento cuando Gadea fue apresada tras un golpe de estado en contra de Arbenz, de parte de una operación respaldada por la CIA. Al dejar la prisión, Hilda coincide con el Che en México. Entonces, en la ciudad de Tepotzotlan, el 18 de agosto de 1955, se concreta su unión civil.

ETERNA MUERTE
En sus “Notas de viaje”, El Che Guevara dio a entender que utilizaba a la peruana para tener dinero y satisfacer sus placeres, pero logró embarazarla y traer al mundo a su primera hija, Hilda Beatriz Guevara Gadea, “Hildita”, a quien de cariño le decía “Mi pequeña Mao”, por sus ojos chinos.



Hilda, para entonces, ya lo había presentado a Raúl  y Fidel Castro, los hermanos cubanos líderes del Movimiento 26 de Julio, que buscaba la revolución. Ernesto le cayó bien a Fidel y fue llevado al enfrentamiento en Sierra Maestra, como médico en contra del llamado imperialismo yanqui.

Mientras Guevara estaba en Cuba apoyando a la causa, Hilda visitó a sus suegros en Argentina y retornó a Perú, desde donde respaldaba la lucha de la isla. Este alejamiento trajo consecuencias para el matrimonio. Ernesto había sido infiel.

“Desde la primavera de 1958, el Che tenía una amante, la joven guajira Zoila Rodríguez. Joel Iglesias, el adolescente protegido del Che, fue testigo del fulminante enamoramiento. «En Las Vegas de Jibacoa, el Che se encontró con una muchacha negra, o más bien mulata, de un cuerpo muy hermoso, que se llama Zoila, y le simpatizó muchísimo. Muchas mujeres se volvían locas por él, pero en ese sentido fue muy estricto y respetuoso, sin embargo, le gustó aquella joven», escribió en su libro “Che Guevara, una vida revolucionaria”, el periodista norteamericano Jon Lee Anderson. Un año después se divorciaron.

En sus memorias “Mi vida con el Che”, Hilda Gadea recordaría que luego ella retorna a Cuba y, casi por obligación, Guevara tuvo que acercarse a ellas y sentía la sensación de ser unos extraños. El combatiente ya estaba con Aleida March.



La carrera como líder estaba tomando fuerza para el Che, quien fue encargado de convocar a los jóvenes que luchen por sus propósitos. Uno de ellos fue Ricardo Gadea, hermano de Hilda, quien se enroló en la guerrilla. “Quería conocer de cerca la revolución. Con el Che tuvimos una buena relación”, recuerda ahora el excombatiente, quien visitó recientemente Arequipa.

-Jugamos ajedrez un día y ambos éramos habilidosos. La contienda se prolongó tanto que no terminamos la partida, refirió. Decía que le recordaba a su hermano menor.

Guevara no paró en sus propósitos y destacó en la Revolución Cubana. Luego formó una guerrilla para hacer lo mismo en Bolivia, entre 1966 y 1967, donde finalmente fallece en un enfrentamiento.

Hilda murió de cáncer a la mama en 1974 y su hija falleció en 1995 de un cáncer al cerebro. Sus restos están enterrados en el panteón de los Héroes de Cuba. Lugar al que Ricardo Gadea  vuelve para visitarlos cada vez que puede. 

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