martes, 11 de julio de 2017

¡DÉJENME…DÉJENME!

V21_¡DÉJENME…DÉJENME! 

Mi abuelo Cenicio solía hacer negocios por los pueblos de Yauyos
Sierra de Lima
Pero como quería ir acompañado
Invitaba a uno de sus amigos de su pueblo

Esa vez  llevó a un vecino
-padre de un cantante-
No me recuerdo su nombre  pero llamaré Anomías

Cenicio y Anomías bajaban por la quebrada paralela al río
Llevando damajuanas vacías en los burros
Para traer vino del valle de Cañete
Cuando la noche les llegó al fondo  del barranco

Decidieron pernoctar en un corral abandonado
Cenicio se dispuso a preparar el hogar para la cena
Cuando notó que había un fogón preparado
Tocó la ceniza y aún estaba tibia
Signo que el arriero anterior no hacía mucho lo había dejado
Entonces sobre el  hornillo aumentó unos sarmientos
y se disponía a reavivar el fuego
Cuando escucharon una voz plañidera

¡Déjenme…déjenme!

Cenicio y Anomías oyeron de nuevo
Y la voz salía del fogón

Con una vara removió la pavesa
Y vieron un corazón humano

Entonces comprendieron
Un pishtaco* había desaparecido el cuerpo de un infortunado
Y la víscera había dejado en el fogón

¡Déjenme…déjenme!

Y le faltaron  pies para correr.
__
*El pishtaco es un personaje mitológico de la tradición andina, especialmente en Perú y Bolivia; proviene del quechua pishtay (decapitar, degollar o cortar en tiras), asesino a sueldo, surge entre la población de los Andes peruanos, en especial en los departamentos de Junín, Huancavelica, Cuzco, Ayacucho, Apurimac, Pasco y la sierra de Lima, en las épocas de construcción de ferrocarril, carretera o explotación intensiva de la minería.

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