lunes, 3 de diciembre de 2012

Un clavo en la ilusión

Aquella joven  linda era como si tenerla dos segundos causara adicción Ojos azules como el cielo claro antes que salga el sol.....
 Blanca faz, no baja ni alta, cabello de ángel entrenzado,
provinciana, de la sierra norte, Cajamarca  María se llamaba.

Segunda semana en la juguería y el dueño, Atilio Cotilio,  ya le había puesto el ojo como futura esposa  Imaginaba tener de ella hijos hermosos
Cada día  aprendía una estrofa de obras selectas de poesía
y la desgranaba cuando ella pasaba por su lado:
sentir que tu mano es mi caricia,
sentir que tu sueño es mi deseo,
sentir que tu mirada es mi descanso,
sentir que tu nombre es mi canción,

Y en confianza, al llegar, le decía: Hola María barriga fría
Ella  consentidora entusiasmaba del acecho Un día tomó lápiz y papel  y de su caletre  escribió:
  Maria variga fira sera tu abuela
Y dejó la nota en la mesa y fuese a seguir repartiendo jugo
 Su ortografía fue honda decepción para Atilio Cotilio
Ya no se ilusionó tenerla como esposa sino como a simple  empleada; y solo por capricho, a veces, le jalaba suave la trenza  por porfiar un beso
  Ella aceptaba la osadía, no se hizo pretensiones como él 
 Entonces Atilio Cotilio fue descubriendo en su rostro una peculiaridad en sus hoyuelos al sonreír, un resabio de luz en la zapa
 Corolario: de todas manera la hizo su mujer,  tuvieron hijos y rezumaron la fruta por el  pan nuestro de cada día pero había
en Atilio Cotilio  una clavo que colgó su ilusión en el fondo de su corazón, que le decía no fue suficiente María y ,ella, no era la persona a quién confesar.

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