*[Crónica de una maestra:]
Era una maestra egresada de La Cantuta,
de origen provinciano, Tingo María
Estudiante, la primera persona que le
impresionó
fue la maestra Bardales que enseñaba Historia
y Geografía
Ostentaba sabiduría que en sus clases
prodigaba
Quiso ser como ella, y con harto sacrificio lo
consiguió
De bruces, saber, luego, en sus primeros años
de ejercicio,
el desencanto que el maestro sufría:
Pésimos pagos, aulas sin provisión, maltrato al derecho del niño:
Ni siquiera conocer su país en un mapa,
porque en su aula no había
Aquel cinco de julio de 1979, víspera del Día del Maestro, una vez
más,
el ministro Guabloche (de Educación) entregaba míseras dádivas
Unos cuantos soles de aumento salarial,
Y al resto del Pliego de Reclamos ¡Nada!
¡Nada a la infraestructura!
¡Nada para cambiar la roída pizarra!
La maestra esperaba frente a Palacio arengando
la lucha sindical
con otras colegas delegadas de varios sectores
Cuando la Comisión salió de Las Fauces de
Palacio
y enseñó a sus
colegas los puntos pobres alcanzados
La maestra cogió la hoja y corrió hacia la
puerta donde salía el ministro
para gritarle, a voz airada, por el mísero
aumento y de otras carencias...
¡Grave error! La policía de resguardo la vio y
la señaló:
¡A esa del poncho rojo y blanco!¡Duro con
ella!, gritaron
La golpearon con su vara de arena, la
tumbaron,
y con sus chancabuques le propinaron puntapiés
al cuerpo caído
La maestra quedó hecho guiñapo humano
Ingresada a varios nosocomios, para que,
después,
un neurólogo le dijera que no podría caminar
más
y quedara inválida para siempre
Además le hurtaron su puesto de trabajo
Además, pues, la calamidad no viene sola,
cuando, para sobrevivir vendía caramelos,
en una calle céntrica, fue atropellada
Diez años después la ministra Cabanillas
condolió de su caso, enviándola al extranjero
en una campaña nacional con el apoyo pleno
del magisterio
Pero fue inútil, no volvería a caminar
¡Me malograron el cuerpo pero no el cerebro!
¿Por qué no me permiten ejercer mi oficio?
Clamaba en cada homenaje que se le tributaba
de algunos pocos que aun la recordaban
(La ministra no la puso en el Escalafón,
su gesto había sido un acto electorero:)
Palacio tiene oídos sordos, en estos casos
Pero a la maestra ya nada le sorprendía
Es que la profesión lo llevaba en el alma,
En su silla de ruedas llega a los cerros
cercanos,
Asentamiento humano de San Juan de Lurigancho
para enseñar ,ad honoren, a los niños pobres
del país
Ipsytila veía en la foto de un diario viejo
fechado un seis de julio, cómo esmerados vecinos
la subían, sentada ella en su silla de ruedas,
con su eterna sonrisa
Desde la pampa hasta lo alto de la ensenada;
Y en otra foto, su sala de clase, bancos de
troncos,
Ventanas sin lunas, techos de estera,
forrado a tela plástico, su humilde sala de
clases
Y sus niños se alborozan alrededor
y le recuerdan en ese, su día,
escrito en un papelógrafo:
¡Feliz día Maestra, te queremos mucho!