En
1890, el escritor Antón Chejov hizo un extenuante viaje desde Moscú a La isla de
Sajalín, en el extremo oriental de Asia, donde el imperio zarista había construidos
un centro penitenciario en que supuestamente
reeducaba a los reclusos más peligrosos. Burló a los celadores y pudo entrevistar
dentro del presidio a decenas de presos y constató que se ha había impuesto un modelo de trabajos forzados que en realidad era una
forma de exterminio, un modelo que los estalinistas perfeccionaron bajo el
nombre de Gulag, que inspiraron a
los nazis para la construcción de los campos de extinción. La publicación de la
isla de Sajalín (1895), el reportaje de Antón Chejov, sacudió el mundo y obligó
al Zar a aplicar reformas en el infierno carcelario.
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