A la
Casa Blanca y a los jerarcas de las victorias de las fuerzas armadas
estadounidenses tampoco les gustó
Hiroshima (1946), el libro del reportero John Hersey, que rompió el cerco militar para hablar con
los sobrevivientes de la primera bomba atómica lanzada contra una población
civil en la historia de la humanidad. Estaba prohibido el acceso a la zona devastada,
pero Hersey incursionó subrepticiamente y entrevistó a varios Hibakushas, los
que se salvaron de la muerte y fueron testigos de cómo el infierno les cayó
encima en forma de una bola de fuego. Los relatos arrojan luz sobre el lado oscuro que los vencedores
preferían ocultar.
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