Me da pena mi Perú emergente
Barrio de los conos
Barrios de la pobre gente
Ni tanto las afueras
También en el Cercado
Se sufre de veras
Los que tienen el concepto
entre las piernas,
decían, Vamos mejorando…
Estamos llenos de informales*
es lo que pienso
Ex vendedor de perecibles
Llenadores de micro
Vendedores de ropa china,
Por miles, taxistas en moto
Féminas en las puertas
Ofreciendo caldo de gallina,
Y, otras, frente a los hostales
Bailarinas en breve falda
Inaugurando una disco
Masajistas para compañía
Dan cara de lujo avisos
luminosos
Son tragamonedas y casinos
Pero ese centello de progreso
Es crecimiento oscuro, agrio,
Ilumina pardo el cerro vecino
Huele a mugre de dinosaurio
No hay integral crecimiento
Sino rala supervivencia
a base de compulsión del
pueblo
Si la pandemia progresara
Si viniera con su brocha
a pintarlos de azul qué
pasaría
Tan preocupado en su sala
Hoy, dios debe estar
cuando le hago la pregunta
Este mal que apaga la luz
este virus que mata sin balas
hasta cuando durará
Y dios ¿También en cuarentena?
No está, no responde
Sin él estamos para dar pena
[Y se pone a leer como si los
ojos le sobaran**]
__
*21
millones de informales según un congresista
**El
tiempo de actuar con éxito se acaba. El objetivo actual ya no es prevenir que
la gente se infecte, sino prevenir que se infecten demasiado rápido. No es el
fin del mundo, pero tenemos que prepararnos para una emergencia sanitaria.
Vienen días en los que tendremos que poner a prueba nuestro civismo.
Empecemos
por los hechos. Estamos en el principio de una pandemia por un coronavirus
nuevo que causa la enfermedad Covid-19 . Muchos millones de personas se
infectarán. La mayor parte no tendrá síntomas o solo síntomas de resfriado
común. Una minoría necesitará ingresar en un hospital. Probablemente, menos del
1% morirá. Como sucede con la gripe estacional, los ancianos y personas con
enfermedades crónicas tienen un mayor riesgo. Sin embargo, este coronavirus es
claramente más letal que el virus de la gripe estacional.
Como
en toda epidemia, el objetivo inicial fue la contención, algo que ya parece
inviable: más de 100 países han reportado Covid-19 y los números siguen creciendo,
especialmente en Europa y Estados Unidos. De hecho, cuantas más pruebas
diagnósticas se hacen, más casos emergen. El virus está transmitiéndose entre
la población. Cada vez que damos la mano a alguien o tocamos el pomo de una
puerta somos potenciales eslabones en la cadena de transmisión.
El
objetivo actual ya no es prevenir que la gente se infecte, sino prevenir que se
infecten demasiado rápido. No se trata de detener una pandemia imparable sino
de ralentizarla para evitar la saturación del sistema sanitario. Es posible que
no podamos evitar un millón de infecciones, pero debemos evitar que ese millón
de infecciones ocurran de forma masiva en las próximas semanas. Un goteo
continuo de casos graves está creando problemas en los hospitales; una riada
sería catastrófica. Nuestro futuro está viéndose actualmente en Italia:
hospitales desbordados, UVIs improvisadas en los pasillos, personal sanitario
al borde de la extenuación y con múltiples bajas por infección, llamadas
desesperadas a médicos jubilados para unirse a la lucha…
El
objetivo es aplanar la curva epidémica para impedir un pico de casos que deje a
miles de pacientes sin recibir atención sanitaria adecuada. Ganar tiempo para
que los pacientes actualmente ingresados vayan volviendo a casa y dejando sitio
a los futuros. Pero el tiempo de actuar con éxito se nos acaba. España ya ha
reportado más de 1.600 casos. Italia, con una población mayor, alcanzó ese
punto hace solo 9 días. Para reducir la transmisión necesitamos implementar
medidas temporales de distanciamiento social: evitar aglomeraciones, cancelar
manifestaciones y otras actividades públicas (grandes conciertos, servicios
religiosos, reuniones científicas...), mantener a los más vulnerables fuera de
la calle, facilitar el teletrabajo y, como ya se ha empezado a hacer, suspender
clases en colegios y universidades. Hay que tomar estas medidas drásticas para
asegurar que miles de pacientes puedan recibir atención sanitaria adecuada.
Los
ciudadanos deben entender que su participación es clave para que el
distanciamiento social funcione. Cada uno de nosotros podemos complementar
estas medidas con pequeñas cosas: lavarse las manos con jabón varias veces al
día, limpiar frecuentemente las superficies expuestas, toser en el interior del
codo, mantener las manos fuera de nariz, ojos y boca… Durante las próximas
semanas, no dar la mano a alguien no será una falta de educación sino un signo
de responsabilidad cívica. Cada beso en la mejilla a nuestra amiga puede
convertirse, de rebote, en el beso de la muerte para su anciana madre.
Las
medidas de distanciamiento social tendrán un enorme impacto económico y personal.
Pero la alternativa es peor.
(Miguel
a. Hernán es catedrático de epidemiología de la universidad de Harvard y
Santiago Moreno es jefe de servicio de enfermedades infecciosas del hospital u.
ramón y cajal.)
***
[Ha conseguido un manojo de eucalipto fresco.
Apalea su almohada, su cama al llegar a casa.
Sacude con él su cuarto, el
pasillo que lleva al cuarto de su madre, ida y vuelta.
Y, en la noche dormirá con
ella…la guedeja, inhalando sus hojas naturales.
Se ha vuelto otro chamán]
***
Tengo que descansar
La cuota de mi llanto
Hoy día
Lo he cubierto con creces.
_
autor Jrosual
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