viernes, 26 de julio de 2013

Javier Diez Canseco, falleció el 5/5/2013

Corría el año 1974, creo, cuando estando yo dentro de la universidad (Villarreal) esperando una hora para  ver  si reanudaba  mi clase ya que en las primeras horas de la mañana había habido una asamblea interna auspiciado por el Centro de Estudiantes al cual pertenecía mi facultad,  de tendencia marxista. La universidad pública Federico Villarreal, sito el local central en La Colmena cerca de la Plaza 2 de Mayo, era, casi, todas la facultades  de orientación aprista y solamente  Sociología e Ingeniería Industrial era pro marxistas.
 Entonces oí: ¡Ahí viene los matones!
Estaba yo en el tercer piso de económicas (Facultad de Economía) casi al frente del local central. Saqué la cabeza por la ventana  y, efectivamente, vi a los matones, delincuentes contratados por el Partido Aprista y la Universidad Villarreal para velar sus intereses. Provistos de cadenas, cachiporras, manoplas  escondidas con pañuelos en su manos tratarían de botar a los estudiantes marxistas  pertrechados  en el local de económicas para  que volviera  la universidad a la normalidad.
 Entre nuestro pliego de reclamos, nuestra facultad de Ingeniería industrial por ser de izquierda le proveían profesores cuestionados, de poco rendimiento  y, encima, no teníamos local  propio, (Había años lectivos que nos facilitaban el sótano de económicas,  o, algunos salones de Arquitectura, en Pueblo Libre, o,  en  Cooperativismo de La Colonial pero no teníamos local propio, por eso reclamábamos.
La lucha fue desigual los matones venían con cadena a luchar con jóvenes escuálidos y pelucones provistos solo de  arengas y cuadernos Pronto botaron a  los revoltosos del sótano y ahora subían los  matones a los pisos superiores.
Yo temblé Porque esos delincuentes que eran cobijados en La Casa del Pueblo (de los apristas), av Alfonso Ugarte, eran llamados por teléfono por la universidad para  poner las cosas en orden.En una anterior incursión
lograron agarrar  al dirigente del Centro de Estudiantes de nuestra facultad, un tal Franco, y lo botaron del segundo piso por el balcón  a la calle. A Franco,  francamente le quebraron el brazo y  enyesado continuaba en la lucha pero esta vez pudo haber escapado a tiempo
Temblé de miedo. Podían confundirme, aunque yo no era político ni dirigente En el salón del tercer piso había una pareja de jóvenes estudiantes, enamorados, sentados en sus carpetas individuales conversando  Me uní a ellos sentándome a su lado  Les dije: Vienen los matones Traté serenarme
 Entraron y ceñudamente nos  escrutaron y al notar que temblamos como gelatina salieron Y nos salvamos.
Unos días después me sorprendió ver ingresar a Javier Diez Canseco  y Manuel Dammert,  líderes de izquierda, integrantes del Partido Comunista Peruano  invitados por nuestra facultad para un debate con el ARE , facción estudiantil del APRA Venía los dos solos, sin guardaespaldas a un debate ideológico con  los dirigentes estudiantiles del partido aprista y ellos  hablaron  sin temor sus posiciones  y  vislumbraron como  debe involucrarse el estudiante de izquierda en la realidad del país. Ellos, izquierdistas no tenían miedo estar en la guarida de los apristas
Yo, temeroso que podían llamar nuevamente a los matones oía  el discurso de Javier Diez Canseco desde cerca a la puerta de salida  para escapara  ante el peligro.
Pero la reunión fue alturada con discursos incisivos de ambas partes pero sin llegar a insultos deshonestos y fueron despedidos  los lideres con los cánticos respectivos:  El pueblo unido …
Después me fue común verlo a Javier Diez Canseco  en la plaza  Dos de Mayo donde funcionaba la CGTP, central sindical de tendencia izquierdista, en cualquier asonada estudiantil, sindical, que en av. La Colmena  se inflamaba rápido porque era el punto neurálgico de la ciudad.
Javier Diez Canseco fue después congresista varia veces y, luego, cuando  dejé la universidad y me dediqué a mi tienda, a mi negocio, fue también común verlo  en los mítines de campaña por la zona del emporio de confeccione de gamarra, y mercados  caminaba solo o con alguno miembro de izquierda  pero sin guardaespaldas  y daba la mano y escuchaba a cualquiera  confeccionista que le participara sus preocupaciones Yo siempre desalentado de la política  peruana he votado en blanco por los candidatos a presidente  pero cuando se traba de elegir congresista he votado por Javier Diez Canseco  en cuanta urna  asistida –participación obligatoria en este país-
La izquierda unida que lideraba Barrantes Lingan murió en 1990 sobre todo por el accionar de sendero luminoso que no simpatizó con el común de la gente .  La izquierda en el Perú también se desplomó por la irrupción del neoliberalismo, el desmembramiento de la URSS y el cambio de política exterior de china
La izquierda peruana fragmentada, sobreviviente, aun, en pequeños grupos es una enjuta hidra de nueve cabecitas donde cada uno buscas ser el dueño de las soluciones.
Pero Javier Diez Canseco continuó fiel a su línea, no apagó la luz
El decía: Habrá una segunda oportunidad y si no hubiera habría que buscarla
 Mi vehemencia continua se debe a que he tenido mi pierna de palo por una polio y me caído infinidad de veces pero siempre me he levantado
Sus arremetidas fueron  altamente mediáticas como aquella vez que fue detenido otro político de izquierda, Hugo Blanco, y en la capital de la república  el gobierno no lo podría  desaparecer porque traería una connotación política en los medios de de comunicación, entonces el gobierno ideó derivarlo  a un lugar apartado de la selva peruana y Javier Diez Canseco conocido la argucia: fue al aeropuerto  done le iban a llevar  a su colega y su puso en las rueda del avión para evitar el despegue
 En el congreso Javier Diez Canseco fue muy comentada su participación, sobre todo aquella vez en que solo defendía El NO al Tratado de Libre Comercio con EEUU.  Le dio un puñetazo a Daniel Espichan en 1998
Decía: Cuando la causa es justa aunque esté en absoluta minoría                                                      ay que lucharla
 A mí me incomoda, dijo últimamente, horriblemente un mundo –el Congreso- en le cual la gente se grita en el pleno y se abraza en el pasillo Yo eso no lo tolero Cuando yo acuso  a alguien de ser delincuente en público no me abrazo en privado ni me pongo a tomar con el.


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