Aquel venticuatro de mayo de mil novecientos sesenticuatro
mi padre que solía trabajar los domingos medio día
vino presuroso almorzar a casa y preguntó a mi madre
"¿dónde esta mi Chendo?¡le voy a llevar al futbol¡"
Yo no estaba en casa, jugaba a la pelota
en el campo Barbones con mis amigos de barrio
y no le había dicho a mamá el lugar,solo que salia;
entonces, mi padre se fue sin mi, al estadio, temprano,
y poder alcanzar una entrada. Iba jugar Perú vs. Argentina
y poder alcanzar Perú una plaza para las olimpiadas,
necesitabámos sólo un empate para los pasajes a Tokio
pero fue Argentina quién nos adelantó un gol
y lo mantenía hasta el último minuto del partido
cuando Lobatón, puntero izquierdo peruano,
mete el ansiado gol y el estadio vuélvese un loquerío
pero no contaban con el pito del árbitro Pazos
(¡cómo un sólo pitazo puede cambiar el sino de muchos¡)
anuló nuestro gol por posición adelantada.
Todo el público rechifló la sanción por errónea
y entre ellos el negro Bomba saltó el alambrado
a tratar de pegar al árbitro, cosa que no consiguió
porque fue vareado por los policías de resguardo;
entonces, la tribuna baja amagó entrar al campo
y la policía de asalto echó mano a las bombas:
y la gente por huir del gas lacrimógeno
se lanza frenético hacia las puertas de salida:
(éstas, empiezan con los escapes en la tribuna
se baja la escalera empinada hasta la puerta calle)
pero las hallan cerradas y ese grueso de gente
es aplastada por la siguiente avalancha
Mi padre es de carácter apacible. bueno,
núnca ha gustado denostar desaforadamete
aún aprovechando un tumulto para gritar;
al ver que el árbitro no iba cambiar su decisión
se propuso salir pero nadies se movía
en la tribuna norte, alta, donde él estaba,
los espectadores llenaban los pasadizos.
Cuando la policía empezó con lo del gas
éste se expande rápidamente a las populares
(las tribunas preferenciales salieron indemnes,
¿porqué será, lo sencillo siempre tiene la de perder?)
y mi padre en ves de bajar a la puerta de salida
toma la que conduce a los sanitarios,
para echarse agua a los ojos que le lagrimeaban
pero el gas invadió todos los recintos, por lo que.
se subió a un inodoro y con la cabeza al hueco de la ventana
respiraba el aire que daba a la explanada norte;
en esos avatares calculó como media hora para, luego. salir
y se dispuso a bajar por las escaleras con los rezagados.
Pero los guardias impidieron utilizarlas porque sabían
el desastre que habían ocasionado, pero callaban;
exigieron , bajaran al campo por el destruido alambrado
lo cruzaran y salieran por la puerta principal.
Así lo hizo mi papá ignorando la gravedad del asunto.
Mi madre, escuchando su música vernácula en la radio
mientras planchaba mi uniforme para el día siguiente
se vio interrumpido por un flash de último minuto:
¡Siete muertos en el estadio nacional por un partido...¡;
entonces, dejó todo cuanto hacia y bajó del cerro
hasta la parte baja, al paradero de la linea veintiséis.
la última cuadra de la avenida Veintiocho de julio
a esperar, ansiosa y nerviosa a su marido
Cuando llegó y él se apeó delante de ella
(hubiese querido yo transportar el espacio-tiempo
y ser espectador, unos segundos, de ese entrañable encuentro)
se sorprendió verla y pregunto"¿ qué haces aquí?"
y ella con voz suave, cariñosa como susurro dijo:
-¿Nico, qué pasó en el estadio?
-Nada, perdió Perú ¡ árbitro de miércoles..¡
-¿No sabes que han muerto siete personas?
-No, yo no he visto nada ...
Cuando llegaron a la casa oyeron por la radio:
¡Treinta muertos en el estadio¡( ya no eran siete)
e iba en aumento, cuarenta... cincuenta;
entonces. mi padre recién empezó a tiritar de miedo
conforme iba aumentando las cifras se puso a llorar
y agradecía al Señor de Cachuy no haber bajado las escaleras
Y no repararon en mi que podía haber ido al estadio.
Mi madre me vio salir con pelota y mi amigo Jhony
podía haber dejado la bola, por ahí , e irme con Jhony al estadio
pero sabían, a mis trece años no salia del perímetro del barrio,
para salir había que tener dinero, no tenia. esto fue y no lo otro.
Cuando llegué a las ocho de la noche pensé que me iban a regañar
pero estaban tan afligidos que me informaron lo que ya sabia:
venía escuchando en la pampa. en la subida, a los vecinos.
¡Ochenta... noventa... y pasaban de cien , los muertos¡
Temerosa mi madre que su hermano menor haya ido al estadio
fue a su casa, vivía en la primera cuadra de Antonio Bazo
casi frente a la puerta de emergencia del Hospital Dos de mayo,
encontró a su cuñada que le dijo"No ha ido al estadio
pero ha ido a curiosear a la puerta de emergencia"
A los pocos minutos llega él. ensangrentado la camisa
-"¡Qué pasó Leoni ¡¿porqué vienes así?- preguntaron las mujeres-
-Nada-respondió-sino que no se daban abasto en el hospital
y tenia que ayudar bajar los muertos,¡ al hombro¡,de las ambulancias.
Murieron esa fatídica tarde cerca a ¡cuatrocientas personas¡
Antes de ayer se reinauguró el Estadio Nacional de Lima
y esta remenbranza triste se me viene al punto
como si estuviera a flor, en la poza del subconsciente;
el autor de mis días está postrado en cama un año
no habla, no ve, sólo dos catéteres le mantienen en vida;
aunque parece, a ratos, escuchara Le cuento la remodelación del estadio
la pantalla led en una tribuna,las suites que están en venta
las luces inteligentes que centellan más cuando la ovación es mayor
"Han quitado-le digo- la fosa circundante alrededor del campo
para que el público, como en Europa. esté cerca al gramado..."
Entonces. mi padre empieza a temblar, recuerda y balbucea miedos
(que torpe he sido) le abrazo y le digo que estoy exagerando
pero unas lágrimas bajan perezosamente por sus mejillas.
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