Mi vida ha pasado ante mis ojos
como quién sentado en la sala
de espera de mi tienda vacía
apoyado al alféizar de la ventana,
ve diluirse el día cinabrio; y se lamenta
más o menos así:
A la torre de Alcalá ya no iré nunca,
ni en góndola veneciana atravesaré el canal
llevaré la ilusión de mi vida al arcano
tal vez ahí descubra lo que aquí no hallé;
además diré:
ni frotándome el alma se entibia mi cuerpo
además corroboraré
ni acabarme, una tarde, se dignó la bala
cuando entraron asaltarme.
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