sábado, 31 de octubre de 2020

HALLOWEEN: ET ATROPELLADO

 ET ATROPELLADO 


Volvíamos del balneario de Ancón, al norte de Lima. Habíamos ido a visitar a mis sobrinas, nenas lindas. Mi hermano que era taxista  regresaba a Lima le dije ¡Llévame, llévame!

Yo era su hermana menor y me senté atrás en su viejo Oldmosbile.


Saliendo de Ancón  el terreno era  desierto -año sesenta- hasta Puente Piedra donde había chacras y algunas casas. Pero en la desolada pampa lo único civilizado era la pista marcado como  una cinta, cuando  de pronto, sentimos un impacto, atropellamos a una persona.


¡Ay dios! , dije y me tapé la cara, entonces detuvimos el carro. Era más o menos las 4 y 30 de la tarde. ¡Ay dios mío!, vi al hombre pegado como chicle en el parabrisas del auto pero…¡Dios mío! ¿Qué cosa era eso?


No parecía un hombre, mi hermano abrió la puerta, salió y esa cosa se fue desintegrando hasta desaparecer.


Mi hermano otra vez abrió la puerta para entrar y dijo: No hay nada. No hemos atropellado a nadie y se sentó al timón y cerró la puerta.


Luego, esa cosa, apareció al lado de mi hermano en el asiento de copiloto pero no estaba sentado sino en el aire.


Nos quedamos petrificados. Veía como una forma de mochila puesto en su espalda y como una especie de casco en su cabeza;  y en un momento, cuando volteó  hacia mi hermano, como  dos rendijas  hacía de sus ojos.

Mi  hermano le miraba pero ambos no decían nada. Una especie de imantación o campo eléctrico se trasmitía entre ellos.


Esa cosa tenía una túnica o ropa blanca iridiscente y luego poco a poco se fue desintegrando hasta desaparecer.


Luego de ese trance, después que pasara un buen rato y  que agitación y desconcierto de mi hermano, -y el mío- se recuperaran  me dijo que se comunicaron telepáticamente y me obligó  que no dijera a nadie de lo ocurrido sino pulverizarían mi carro, mi casa.


Dijo también que la cosa no podía estar en la tierra mucho tiempo porque  sino se moría y que adrede se  había dejado atropellar para ver  la reacción humana.


Mi hermano me volvió a rogar que no dijera a nadie, que guardara el secreto.


Además no nos entenderían. Y no lo contamos a nadie.

Pero pasaron los años, ahora, muerto mi hermano, lo cuento .


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JROSUAL



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