Con el antiguo uniforme beige comando
rombo rojo en la cristina, puesta de lado,
corbata visible al tercer botón
galón de cinco lineas rojas en cada hombro.
Mañana clara del mes de abril, y fresca
ultimo año, quinto, ivamos a empezar
un poco más de esfuerzo y juntos acabar
el tedioso programa de secundaria.
Seguro, algo así pensaban mis compañeros
en el inmenso patio interior , alienados,
de pie, frente al edificio de tres pisos
cuyo sol iluminaba sobre ladrillo ocre.
Macizas columnas sostenian las terrazas
hacia los costados cerrando el patio
pero abierto por la parte posterior
hacia la puerta del estadio de fútbol.
Los pabellones de dos amplios pisos
nacían en el patio hacia los lados,
dos a la izquierda, uno al derecho
remataban en el perímetro cercado.
El cuartel de primaria al lado derecho
veíamos el nuevo uniforme único
sencillo pantalón gris, camisa blanca
-Luego, lo usarían los de secundaria-
Cambio instaurado por el milico Velasco
por una sociedad social que aspiraba
uniformes relumbrantes cesaba
de colegios gagá como La Recoleta
A modo de tribuna en el segundo piso
pedestal al micro el instructor Orlandini
a viva voz desgañitaba y ordenar trataba
los primeros años adela, nosotros atrás
En la terraza los docentes esperaban
El profe Mota de Lógica, Bravo de Ciencias
el padre Cabrera y su cartapacio infaltable
Santa Cruz (burro con sueño) de Quimica,
El excelente profesor de Historia, Llerena
en su clase no permitia una rendija de bulla
Veíamos reaparecer al auxiliar Camote
había embarazado a la sobrina del guardián
Marcatinco de Fisica, el facilitador de notas
El psicoloco y cooperativista Alomías Rojas
Algunos, parlando con los padres de familia
expectante al inicio del año de 1970
En el patio, Bernaola, líder de nuestra aula, 5to F
manos en los bolsillos riéndose abiertamente
ante el corro de: Atencio, Ortiz, Donayre
y, todos. saludaban de lejos al profesor Mota.
Bernaola, solidario a enseñar al que no sabía
impulsor en las buenas y nobles causas
contrario al atraso pernicioso de algunos
era querido y estimado por todos nosotros
El chino Ly, con quien solía regresar a casa
me contaba sus experiencias de verano
salpicado de humor, ajo y mucho faroleo;
pero yo, al negocio de mi padre volvía
El moreno León, el popular Gutapercha
proclamado así mismo como brigadier
desde que empezó el primer año vino así
con su infaltable cordón amarillo al hombro,
Cuando quería, León. poner orden al grupo
sus labios gruesos se inflamaban mas
sus dientes blanquísimos castañeteaban
pero, jaloneado, se reía desaborido
El otro moreno, Bermúdez, alto, moreno claro
porfiaba desplazar al líder Bernaola,
cierto, tenia buenas notas pero no carisma
dominaba todo menos Educacion Fisica
El padrecito Castro, antes de clase oraba
cuando otros se trompeaban él lloraba
No sé que le pasó a partir del tercer año
porque antes era un gran granuja.
Anibal Alarcón, el galán de las secretarias
y empleadas de oficinas cercanas
contaba algunas de sus proezas
y los que oían babeaban como papanatas
Alarcón, de cejas pobladas, labios abultados
patilla prominente, cabello enrulado
al Libertador San Martin, algo, parecía
Tenia tres años mas a la edad promedio
El flaco Tiberio, me contaba, al costado
las películas del cantante argentino Sandro
poniendo entonación en la secuencia
imitándole, eléctrico, movía y se extasiaba
El japones Suchida ahorcando al compañero
ojos demasiados rasgados, impedian saber
si estaba amable, como parecía o molesto
¡Manera de entablar amistad dando puñetazo!
El popular Gallina, escasa cresta, digo, cabello
Cuando le llamaba León por su número de orden
onomatopeyábamos, todos, el cacareo
Tenia una afección al cuello como caráncula
El tallarin Tambini, prole de pobre italiano
vivía en el extremo del cerro donde yo vivía
a pesar de su figura de fina estampa
para jugar fútbol era bien recio
Ames, el mulato volvía desordenar la fila
mostraba sus dotes de excelso bailarin
-son cubano, chicha, cumbia colombiana-
cuando el brigadier León le daba la espalda.
Luna, el compañero inmediato anterior
era el dandy al vestir y calzar-todo el año-
impecable zapato nuevo, uniforme almidonado
visible las lineas de su pantalón,
cabello brillante fijado con glostora
parecía un Gardel en version colegial
Me equivoqué pensando de él un apocado
una vez le pegó al abusivo Villafana
El chato Baldeón, mi compañero de carpeta
excelentísimo jugador de fútbol pero
solía masticar el lapicero en el el exámen
y me miraba y le ayudaba ¡acabaría la media!
Olazábal, quien no dejaba tamborilear
los dedos sobre la espalda de Aníbal
integrante junto con Huaringa de un grupo
y hablaban del conjunto musical de moda
Zavala, Verona, El Viejo, Gitano, Garcia
y tantos otros compañeros sin nombrar
Estas lineas apenas un perfil de ellos
Optimistas el último año empezaban
Por el reencuentro, rebozante alegría
luego de tres meses de vacaciones
hacíamos abuso permisible del desorden
mientras los grados inferiores nos respetaban
Bromas ensanchaban nuestras caras
tostadas en algunos por ir a la playa
y, otros. regresábamos con experiencia
como yo, sufrir estragos del primer amor
El Brigadier General alumno Hugo Sotelo
tío de treinta años y treinta granos en la cara
venía a ordenarnos con su voz estruendosa
y perorata que debíamos ser el ejemplo
Sonó el timbre eléctrico del colegio labarthino
se irradió el Himno Nacional -cantamos-
dio la misa de campaña el padre Cabrera
el discurso, el sempiterno Director Bravo...
el chillido del timbre pertinaz y fuerte
de mi reloj despertador - regalo de mi hija-
me hizo despertar, y ver: todo era un sueño
quise volver a soñar pero no podía.